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Raimundo Fitero

Más o menos

Puedes ponerte las gafas de sol, el chubasquero, las sandalias o las botas de monte, que en cualquier momento te asalta la duda y le tienes que dar una respuesta inmediata. ¿Hago bien o mal al estar pendiente del asunto navarro como si de una entrega del tomate se tratara? ¿Qué tiene más importancia informativa el caso Alonso o el caso Puras? ¿Hablamos de la climatología? Desde luego, una bajada de dieciséis grados en veinticuatro horas debe producir un desajuste general.

Vayamos por partes, yo me pierdo entre los polvos del «C.S.I. Las Vegas», sus búsquedas de balas en los lugares más inverosímiles, esas tramas en las que los personajes parecen provenir directamente de un manual de patologías sicológicas o sociales, aunque siempre vuelvo a encontrarme, porque hay una resolución final rápida y fulminante que más o menos hace cuadrar todo el puzzle de la intriga planteada. Y he llegado a una conclusión quizás oportunista: en estas series de policías encuentro más pistas sobre las costumbres de la sociedad norteamericana que en seis meses de ver los noticiarios de la CNN. Aunque quizás para entender del todo ese mundo tan agresivo las mejores pistas las encontremos en los anuncios de maquinaria de gimnasio particular donde aparecen una señoras con unos cardados fuera de serie y unos señores con unos músculos de anabolizantes extraordinarios.

A base de esfuerzo y constancia estoy empezando a encontrarle el gusto a esa serie tan extravagante que emite La Sexta, «Me llamo Earl», y que uno de sus propósitos es recorrer las periferias de la normalidad; es una suerte de monumento a los frikis de pueblo de los profundos EEUU, pero que abarca generalmente en un episodio más sensaciones de humanidad que en muchas de esas películas y hasta series que procuran retratarnos a la clase media alta con unos problemas absolutamente ficticios o instalados por encima del común de los mortales. Con mucha ironía y hasta con un humor más o menos reconocible, se retrata un mundo existente, pero muy oculto entre los abogados ricos, las mujeres desesperadas o los enterradores despistados. Una opción más o menos alternativa.

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