Georgia, aliado de EEUU, denunció ayer que dos aviones de guerra rusos violaron su espacio aéreo y arrojaron una bomba sobre su territorio. Este incidente, aunque no causó víctimas ni daños, amenaza con complicar aún más las ya difíciles relaciones entre Tiflis y Moscú.

Las relaciones entre ambos estados están prácticamente congeladas desde que en setiembre de 2006 las autoridades georgianas detuvieran y posteriormente expulsaran a cuatro militares rusos acusados de espionaje.

El ministerio de Asuntos Exteriores convocó al embajador de Rusia en Tiflis, Viachéslav Kovalenko, a quien le entregó una nota de protesta. El comunicado señalaba que «dos aviones rusos, presuntamente cazabombarderos SU-24, el lunes 6 de agosto a las 19.30 (16.30 de Euskal Herria), dispararon cohetes aire-tierra contra los alrededores de la aldea de Tsitelubani».

El presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvi, tachó de «provocación» el incidente. «Esta provocación fue ideada para desatar el pánico, alterar la tranquilidad en Georgia y como resultado, cambiar la deriva política del país», llegó a decir el presidente georgiano.

Rusia lo niega

El portavoz de la Fuerza Aérea de Rusia, el coronel Alexandre Drobyshevski, rechazó estas acusaciones, «el lunes, ni durante el día, ni por la tarde, los aviones de la Fuerza Aérea rusa no efectuaron misiones en esa zona, por lo que de ninguna manera pudieron violar el espacio aéreo del Estado vecino».

La aldea georgiana Tsitelubani está junto a la zona del conflicto georgiano-suroseta, a solo cinco kilómetros de Tsjinvali, la capital de los independentistas.