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Maite SOROA

Mariano, salvador de Nafarroa

Las cosas de Nafarroa son, el asunto principal en este verano. Ayer, en «El Semanal Digital», el inefable Pascual Tamburri revelaba con aire profético que «Sin Rajoy no se habría salvado Navarra». Para echarse a temblar, ¿verdad?

Se refiere, claro, a la elección del presidente foral y advierte con dureza que el mérito es de la derecha y no del PSN, como cree casi todo el mundo. Según Tamburri, el problema ha surgido por causa de «un sistema representativo evidentemente deficiente». Será mejor, en cualquier caso, que el de aquel Mussolini que tanto se admiró en casa de los Tamburri.

Según el autor, «las cuentas de José Blanco y de Diego López Garrido son falsas, y durante esta legislatura habrá que recordarlo todos los días. Miguel Sanz no es presidente gracias a Blanco, ni al PSOE, aunque desde Ferraz siembren cizaña hablando de `una actitud constructiva, que contrasta con la destructiva del PP de Angel Acebes y Mariano Rajoy' o pidiendo al nuevo gobierno foral que no escuche `los efluvios de Génova para dividir y crispar'. Basura intelectual, pero basura que puede ser eficaz si se maneja mal». Está de mal genio el hombre, ¿a que sí?

Pero lo mejor está por llegar. Dice el pensador de la ultraderecha que «Miguel Sanz no es presidente por las abstenciones de los socialistas, sino por la movilización popular (que le ha dado más votos que los que tenía, ante el peligro separatista) y por el apoyo del PP, que ha dejado claro a Zapatero y a Blanco qué precio político tendrían que pagar en el conjunto de España por la alianza abertzale en Navarra». De lo que se trata es de asustar. En eso son maestros.

Y mete más miedo: «Navarra no se ha salvado del todo -porque sin nuevas elecciones todo es posible aún- y desde luego no se ha salvado ni en Ferraz, ni en Gobelas, ni en ninguna reunión en la que Blanco haya dado lo que no podía dar».

Y llega el momento de encumbrar al líder, al nuevo duce: «Si hay que elegir un momento, yo creo que Navarra se salvó cuando Miguel Sanz, ante Mariano Rajoy y decenas de miles de navarros, para espanto de asesores y gabinetes, gritó en la tarde del 17 de marzo de 2007 `¡Viva Navarra foral y española!'». Le faltó vitorear también a San Fermín y al cabildo catedralicio, y al general de división venido como arzobispo.

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