El gran miércoles de los pingüinos
«Locos por el surf»
Por primera vez en la historia de la animación, una producción familiar adapta a la imagen por ordenador las técnicas del falso documental con gran éxito. «Locos por el surf» es la oferta más refrescante del verano.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Los pingüinos están de moda en el cine a raíz del documental «El viaje del emperador» y la cinta de animación «Happy Feet», cuyos personajes guardan una asombrosa similitud con los de «Locos por el surf». Es más, la mayoría del público que pudo ver el trailer de este nuevo largometraje animado creyó que se trataba de una continuación, propiciada por el éxito de la oscarizada realización del australiano George Miller. Pero no, los responsables de Sony juran y perjuran que su proyecto lleva años gestándose y que no ha habido ningún asomo de espionaje industrial.
A fin de cuentas, empieza a haber tal saturación de producciones animadas por ordenador que, Pixar a un lado, todas las demás llegan a parecerse unas a otras. En favor de «Locos por el surf» se ha de reconocer que su planteamiento resulta totalmente novedoso dentro del género, al incorporar al diseño infográfico por primera vez una simulación de las técnicas del falso documental. Siguiendo la estela de míticos documentales surferos como «The Endless Summer», la película especula sobre los orígenes y desarrollo de este deporte acuático que ha pasado a convertirse en una filosofía de vida, reinventándolo a la escala del mundo de las mascotas animales.
La realización de «Locos por el surf» corre a cargo de los experimentados animadores Ash Brannon y Chris Buck, respectivos artífices de «Toy Story 2» y «Tarzán». Ahora han tenido oportunidad de experimentar con programas nunca antes utilizados, al tener que trasladar al 3-D los movimientos naturales de la cámara cuando es llevada al hombro o en mano, para lo que han tenido que transferir al ordenador aspectos de una filmación real. Además, han recreado digitalmente la textura del celuloide envejecido, con rayas y otros deterioros provocados por el paso del tiempo, cada vez que se sugieren imágenes retrospectivas en antiguos formatos. Los pingüinos y demás fauna surfera también ha sido convenientemente humanizada, dentro de una dinámica de falsas entrevistas, con los protagonistas dirigiéndose a cámara de manera figuradamente espontánea. La originalidad de dicha formulación documentalista se ve lastrada una vez más por el habitual discurso sobre la superación personal, obligado en este tipo de producciones de los grandes estudios pensadas para el público familiar.