Maite SOROA
Instruyendo a los canarios
Federico Abascal se ha hecho ya mayor escribiendo sobre las cosas de Euskal Herria sin saber gran cosa de lo que por aquí ocurre. Ayer, en «Canarias 7», su última ocurrencia: «cuando la izquierda abertzale o, más exactamente, filoetarra se queda sin discurso, su medio de expresión natural es una pirotecnia terrorista `de baja intensidad', atemorizante y destructiva».
Según él, todo se reduce a `un problema de lenguaje': «Mientras duró la última tregua de ETA, el ahora encarcelado Otegi y sus adláteres predicaban con gran desahogo verbal las consignas de ETA sobre el llamado proceso, tensándolo al máximo, y sin renunciar al acompañamiento intermitente de la `kale borroka', (...) es actualmente la única fórmula expresiva de las terminales sociopolíticas de la banda». Abascal dice, además, que «el diálogo sobre el fin de la violencia, sin precio político obviamente, está roto». Fue su admirado Pérez Rubalcaba el que reconoció que «nunca terminó de arrancar», por falta de voluntad del Gobierno español.
La tarea pedagógica de Abascal entre los habitantes del archipiélago africano no cesa: «Los medios de comunicación ya no recogen en grandes espacios las ocurrencias de Otegi y sus dos edecanes mientras duró el alto el fuego etarra. A una o media columna se recogen, eso sí, los desperfectos causados por la `kale borroka', acompañando a noticias de mayor fuste, como la detención en Francia o en España de miembros del organigrama de ETA (...) Y así podría seguir el Estado indefinidamente, incluso si los terroristas lograsen producir un atentado de grandes proporciones, (...) porque el Estado es, por su longevidad, paciente, mientras que los hombres, más bien efímeros, envejecen, se impacientan y mueren». Parece una lección de Ciencias Naturales.
Al final, soplamocos al obispo y anuncio de futuro inmejorable: «Sobre la paciencia en aras de la paz disertó ayer en San Sebastián monseñor Uriarte, cuya homilía de la misa mayor dedicó un tiempo a la paciencia necesaria y la esperanza activa para que la paz no se frustre (...) Pero al día de hoy, y a este lado del escenario no hay otro maximalismo que el de esperar, después de aniquilada por ETA una reciente esperanza, a que los terroristas entiendan que han perdido (...)». Pobres canarios.