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Gloria Rekarte Ex presa política

Se acabó la diversión

Dicen que contento y contentado, agradecido a guiños y promesas, el PSOE tiene la vista puesta en las elecciones de 2008. Y digo yo si, ateniéndonos a esto de la singularidad de Nafarroa, no nos las podrían evitar

Ahora que la tecnología ha avanzado tanto y hasta en las tiendas de chuches ven- den DVD portátiles, podemos enchufar la peli sentados a la sombra de los pinos como decía aquella gloria de la canción española. O repantingados en el sofá del cuartoestar, bajo el ventilador, para disfrutarla siguiendo las pautas del buen espectador. Vitoreando a los buenos, maldiciendo a los malos, criticando; opinando, que la libertad de opinión es cosa mucho grande, emocionándonos, indignándonos, aburriéndonos (las más de las veces) y comiendo palomitas. Podemos hacer de todo, menos intervenir, que las pelis, de momento, no son interactivas y en ésta no somos los protagonistas. Ni protagonistas ni actores secundarios, ni extras siquiera. Que es tontería mirar a ver si salimos: no estamos.

Sólo estábamos en la pantalla del videojuego. Al otro lado, la derecha, el tándem PP-PSOE, cerrando filas, le daba gozosa a los botones de la nintendo hasta que se aburrieron, apagaron y se fueron del brazo a celebrarlo. Aquí ni se elige, ni se decide. Para eso se bastan ellos, que saben como nadie que Nafarroa está bien como está y que ante nosotros, los navarros y navarras, se abre «el mejor período de estabilidad, de progreso y de libertad que se haya registrado nunca en la historia milenaria de Navarra». Miles de años, ya ven, para alcanzar este estadio cercano al nirvana que nos va a procurar Miguel Sanz. Y si no fuera por el PSOE, aun seguiríamos empecinados en el derecho a decidir y bla, bla, bla.

A la «especificidad» navarra, esa singularidad a la que se refería Zapatero como nuestra gran suerte y que para oprobio y desgracia de los navarros es la que va a diluirse y perderse si se ajunta con los vascos, mientras que resplandece y destella mezclada entre las Españas, le corresponde la gloria de ser cuestión de estado. No sé qué hace el Estado, pero siempre termina dando la razón a la izquierda abertzale, con la manía que le tiene. Nafarroa, han dicho, es cuestión de estado. Game over. Apaga y al bar. Ya vale de jugar al voto y a la voluntad popular. Para decidir está Madrid. El acuerdo final era el acuerdo inicial, eso también lo han admitido. Pero había que matar el rato. O aprovecharlo, que no en vano era una ocasión tan buena o mejor que otra cualquiera para tomar la temperatura, el pulso y otras constantes vitales a los del presunto tripartito, a ver cómo andaban de salud, de energía y de voluntades.

Dicen que contento y contentado, agradecido a guiños y promesas, el PSOE tiene la vista puesta en las elecciones de 2008. Y digo yo si, ateniéndonos a esto de la singularidad de Nafarroa, no nos las podrían evitar. Que es un dineral en papel y tenemos los bosques como los tenemos, a ver para qué ese desperdicio. Y otra vez los candida- tos colgando de las farolas, las vallas publicitarias llenas de sonrisas plastificadas y los buzones rebosando propaganda. El mío el doble, porque un vecino generoso y tolerante introduce ahí la propaganda y las papeletas que descuartiza (y que se imaginarán ustedes cuáles son) y cuyas rasgaduras, rezumando rabia, nos hablan de estabilidad, progreso y libertad. Precisamente.

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