La Real Sociedad realizó ayer ante su público la presentación oficial de cara a la temporada 2007-2008, que arranca el próximo fin de semana. Tras cuatro décadas consecutivas en Primera División, los blanquiazules jugarán este año en lo que muchos denominan «el infierno de Segunda». Un apelativo que, a buen seguro, no compartirán quienes llegan a la división de plata procedentes de categorías inferiores, caso del Eibar.

A las 10.30, bajo los sones del himno compuesto por Ricardo Sabadie, comenzaron a saltar al césped las plantillas de las categorías inferiores -salvo el juvenil de División de Honor y el Easo, que están disputando sendos torneos-, y los dos primeros equipos, tanto el femenino como el masculino.

Éste último -en el que todavía se prevén bastantes cambios hasta el 31 de agosto- era lógicamente el centro de todas las miradas. Primero salió todo el cuerpo técnico salvo el primer entrenador, después los jugadores uno a uno, luego Chris Coleman y, finalmente, entre pitos y aplausos -división de opiniones- la presidenta.

Porque en el acto de ayer el foco de atención no estaba puesto en los diferentes discursos -su contenido se adivina de antemano-, sino en el número de aficionados y en su reacción.

Respecto al primer punto, la web de la Real Sociedad hablaba de 3.000 personas, aunque in situ la sensación era de que no se llegaba a la mitad. En cuanto a las reacciones, la peor parte se la llevó la presidenta, tanto cuando saltó al campo como durante su alocución. La paupérrima pretemporada en cuanto a resultados -tres empates y tres derrotas- no ha contribuido a cicatrizar las heridas causadas por el descenso y la posterior asamblea del Kursaal que respaldó la continuidad del Consejo de Administración.

Aunque se habla de retornar a Primera, se percibe en el entorno de la Real -afición, prensa...- un cierto escepticismo sobre las posibilidades de conseguir ese objetivo. La consigna es «a ver qué pasa». Va a ser muy importante el arranque de la campaña, porque comenzar con buenos resultados serviría para ampliar el reducido crédito con el que se cuenta.

En su condición de capitán, el primero en tomar el micrófono fue Mikel Aranburu. En nombre de la plantilla, el de Azpeitia -presentado por el speaker como «el corazón de la Real»- no quiso obviar la desastrosa campaña anterior y se dirigió a la afición para subrayar que «vosotros disteis la talla hasta el último partido».

En su alocución, realizada íntegramente en euskara, Aranburu prometió que «por esfuerzo y ganas no va a quedar», con el objetivo de que la Real vuelva a ser un equipo de Primera División cuando, dentro de doce meses, se realice la presentación de la temporada 2008-2009.

A continuación, Chris Coleman se atrevió por vez primera con el castellano para asegurar que «es un honor entrenar a la Real» y que «tenemos por delante un reto muy importante», antes de finalizar en euskara con un «eskerrik asko».

500 abonados más en verano

María de la Peña se extendió algo más. Como es norma, ensalzó el respaldo de la masa social blanquiazul. En este caso, fue un agradecimiento sustentado en el dato de que hay en la actualidad 500 personas abonadas más que al término de la temporada anterior.

«Hoy damos inicio a una nueva temporada, y como al inicio de cada temporada tenemos nuevos retos, nuevos objetivos. La Real es un club de Primera y a ella tenemos que volver lo antes posible. Es momento de renovar energías, de mirar al futuro con determinación, con fuerza, convencidos de que podemos alcanzar las metas que nos proponemos», manifestó la presidenta.

«Se pueden perder partidos, pero no se puede fallar en profesionalidad, en compromiso, en entrega. Ahí la exigencia es máxima», subrayó.

El sobresalto de la jornada se produjo cuando, a mitad del discurso, el joven del filial Iker Rodellar se desvanecía y caía al suelo. Según los médicos, se debió a una lipotimia.