GARA > Idatzia > Gutunak

Begoña Asensio, Karmele biritxinaga, imanol ucha y martxelo Álvarez Ahaztuak 1936-1977

Gero arte, Txomin!

Domingo Uriarte Intxausti. De Bakio. Gudari desde el 36 y de corazón seguramente desde antes, porque la voluntad de una persona de defender a su pueblo, a su gente y la libertad de ambos va a menudo tan paralelo a la conciencia como a los acontecimientos, y estos últimos sólo son el detonante necesario para mostrarse aquélla. Esa voluntad y el golpe del 18 de julio de 1936 fueron lo que hizo a Txomin abandonar su casa para ir al frente, dar un paso al frente para asumir la posibilidad de morir y de matar, la incógnita de un futuro que se perfilaba lleno de negros augurios y la seguridad de grandes sufrimientos y privaciones a partir de aquel mismo momento en que las curvas de la carretera se tragaron Bakio a sus espaldas el día que se incorporaba como gudari al Batallón Arana Goiri.

Txomin, al igual que miles y miles de hombres y mujeres, de gudaris y milicianos, hizo frente a la necesidad de luchar y luchó. Libraron una guerra desigual, de David contra Goliath, donde la justeza de su lucha y de sus ideales fueron tan inmensos como el dolor, el miedo, el frío, el hambre... Y fueron derrotados, y la paz impuesta de la «Nueva España» lanzó sobre ellos a todos sus perros y sus ladridos de uniformes, de sotanas, de chivatos, de propagandistas, de aprovechados. Txomin hizo la guerra que le impusieron hacer. Txomin sufrió el castigo que le impusieron y que le llevó a ser uno más entre los presos, uno más en los batallones de trabajadores, uno más de los esclavos del franquismo en los Pirineos. Txomin volvió a su casa cuando el régimen consideró oportuno, y se encontró con que sus medios de vida ya no eran suyos. Txomin, al igual que tantos, tuvo que volver a plantearse su vida y su subsistencia en un medio hostil, y lo hizo librando una guerra tan dura como la que acababa de sufrir, contra la tristeza, el desánimo, la impotencia. Y en ésta -su alegría y buen humor, su ilusión siempre viva y su interés ante las cosas lo atestiguan- nunca lo derrotaron.

Txomin hizo siempre lo que pudo a favor de la Libertad, escrita así, con mayúsculas. Esa que -como dijo un poeta- no cabe ni en los miedos, ni en las penas, ni en los mismos ataúdes. Por eso la última vez que estuvimos con él en Bakio, cuando inauguramos el pasado mes de junio el monumento dedicado a los gudaris y víctimas del franquismo de ese pueblo, nos decía socarronamente que él era un gudari «todavía en activo». Esa convicción, esa fuerza y el destello de los grandes sentimientos de humanidad que brillaban en sus ojos será lo que siempre recordaremos de él.

«...Voy a la tierra de mis amores/ tierra de sueños, país sin igual/ rincón querido lleno de flores/ donde me esperan días dulces sin igual...». Así dice la letra del «Tango del Roncal» que Txomin cantaba, aquel que compusieron y cantaron los presos de los batallones de trabajadores de Bidangoz e Igal para calentarse el corazón e intentar alejar el frío de los huesos. Hacia esa tierra ha partido ayer Txomin Uriarte Intxausti, gudari de Bakio y buena persona.

Un hombre que, como miles y miles de gudaris y milicianos, fue un derrotado pero jamás fue un vencido.

Damos fe de ello.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo