La CE analiza el plan de viabilidad de Varsovia para los astilleros de Gdansk
La Comisión Europea (CE) examina la propuesta de reconversión de los astilleros de la capital del voivodato de Pomerania, Gdnask, remitida por el Gobierno polaco. El pasado 20 de julio, Bruselas dio un mes de plazo a Varsovia, hasta el próximo día 31, para presentar un «plan convincente» para el futuro de los astilleros, pues de lo contrario amenazó con exigir la devolución de las cuantiosas ayudas públicas recibidas.
GARA |
El futuro de los astilleros de Gdansk amenaza con convertirse en un nuevo problema para la Unión Europea. El Gobierno del primer ministro, JaroslawKaczynski, lógicamente, defiende sus intereses, más aún ante las elecciones generales que se celebrarán el próximo otoño -el Parlamento se pronunciará el 7 de setiembre sobre su disolución antes de la convocatoria de comicioss-, y la cuestión podría convertirse en un delicado tema de campaña.
Las autoridades polacas anunciaron, tras el envío de su propuesta a Bruselas, que rechazan de plano aceptar todas las exigencias comunitarias, en especial las referidas a la reducción de la capacidad de producción.
En este sentido, el Ejecutivo comunitario exige eliminar una de las dos gradas de construcción del astillero. Por contra, el documento enviado por Varsovia, de cerca de 200 páginas, «hace hincapié en la necesidad de permitir el funcionamiento de las dos gradas de construcción, y no una sola como quiere Bruselas», según explicó el viceministro polaco de Economía, Pawel Poncyliusz.
Por su parte, Bruselas, por boca de la portavoz de la Comisión, Amelia Torres, se limitó a confirmar que habían recibido la propuesta y que los servicios del Comisario de Competencia, Neelie Kroes, la estudiaban. «Cuando la Comisión haya llegado a una conclusión lo haremos saber», dijo Torres, y añadió que la Comisión no desea el «cierre» del astillero, sino una «verdadera reconversión que asagure su supervivencia».
La Comisión se dio por satisfecha ante las propuestas polacas presentadas para reducir la capacidad de producción de Gdynia y Szczecin (noroeste), pero los de Gdansk continúan enfrentando a Bruselas y Varsovia.
Según Novela Galezowski, integrante del Consejo de vigilancia del astillero de Gdansk, los responsables están de acuerdo en suprimir, de aquí a dos o tres años sus gradas de construcción, a condición de sustituirlos por una flotante, más moderna. «Gracias a esta nueva instalación, no produciremos aún más, pero sí produciremos más caro», afirmó.
Galezowski afirmó que existen tres potenciales compradores para hacerse con el 75% de los astilleros de Gdansk, incluido el grupo ucraniano Donbass que tiene ya un 5% del centro. Donbass competiría con el armador italiano FVH y «un grupo de inversores árabes».
Respuesta y subvenciones
Si la respuesta de Varsovia no es satisfactoria para la Comisión, ésta se preparará a dictar una «decisión negativa sobre las subvenciones a Gdansk», explicó el pasado mes de julio Jonathan Todd, portavoz de la Comisión para las cuestiones de competencia. La decisión de exigir la devolución de las ayudas «podría llegar algunas semanas después», añadió.
El importe de las ayudas públicas recibidas por los astilleros de Gdansk después de la adhesión de Polonia a la Unión Europea en 2004 también es objeto de controversia entre Varsovia y Bruselas.
Así, el Gobierno polaco asegura haber recibido 36 millones de zlotys (9,5 millones de euros), mientras que el Ejecutivo comunitario eleva la cantidad a 192 millones de zlotys (50,3 millones de euros).
Ya en 2005, la Comisión inició una investigación para determinar la legalidad de las subvenciones aportadas por el Gobierno polaco para garantizar la supervivencia del simbólico astillero, que ascendió a 1.300 millones de euros.
Bruselas, sólo autoriza ese tipo de ayudas si van compañadas de un detallado plan de reconversión industrial que mire al futuro para, sostiene la Comisión, asegurar la viabilidad económica del astillero en un entorno competitivo y sin ayudas externas.
Entretanto, ante el temor que despierta en Polonia la posibilidad de tener que devolver las ayudas, un centenar de sindicalistas de Gdansk se prepara para manifestarse en Bruselas el próximo 31 de agosto, día del 27 aniversario de la creación oficial de Solidaridad.
Los astilleros de Gdansk saltaron a la fama en los años 80, al convertirse en punta de lanza del poderoso movimiento católico polaco contra el sistema de «socialismo real» de la mano del sindicato Solidaridad, creado el 31 de agosto de 1980 en el astillero, y su líder, Lech Walesa, que después fue uno de los presidentes más nefastos que ha conocido Polonia.
Una vez que Solidaridad alcanzó el poder se escindió en facciones y Walesa tuvo discrepancias públicas con dos de los activistas del sindicato, los hermanos gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, que hoy son el presidente y primer ministro de Polonia, respectivamente, y conocidos por sus posiciones retrógadas.
La escasa cultura y la nula experiencia hicieron de Walesa un pésimo gobernante, que pasó de la popularidad al descrédito en poco tiempo. En 1982 recibió el Premio Nobel de la Paz.
Los astilleros de Gdansk no son hoy más que una sombra de lo que fueron. Cuentan con alrededor de 3.000 trabajadores, cuando en 1980 trabajaban 17.000 empleados, cuando llevaban el nombre de astilleros Lenin. Su decadencia comenzó al final de los años 80 y la falta de rentabilidad hizo que se planteara su cierre. Pero en los años noventa el astillero no consiguió adaptarse al capitalismo, a la economía de mercado, y en 1996 se declaró en quiebra. Fue entonces cuando fue adquirida por los astilleros vecinos de Gdynia.
La Comisión abrió una investigación en 2005 sobre las subvenciones -1.300 millones de euros-, aportados por el Gobierno para garantizar su supervivencia.