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Malestar del Ejército turco tras la elección del presidente Gül

Al igual que hiciera con los representantes kurdos cuando regresaron al Parlamento hace un mes, la cúpula militar del Ejército turco ninguneó ayer al flamante nuevo presidente de Turquía, Abdulah Gül (AKP). Su líder y primer ministro, Recep Tayip Erdogan, lanzó un mensaje de conciliación en vísperas de la celebración del Día de la Victoria. Los analistas advierten de que el AKP deberá tener muy en cuenta el ánimo del Ejército turco, versado en golpes de Estado.

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Abdulah Gül, primer presidente de Turquía surgido de las filas del islamismo político, recibió ayer una bienvenida glacial en el curso de su primer encuentro oficial con la cúpula militar desde su elección.

En el transcurso de un acto de entrega de diplomas en un hospital militar de Ankara, el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Yasar Büyükanit, ignoró al presidente saltándose todo el protocolo, y fue seguido en su gesto por otros altos oficiales.

Gül acudió al acto sin la compañía de su esposa, Hayrünnisa, defensora acérrima del derecho de las mujeres a llevar el velo y convertida por la oposición al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) en el icono de la supuesta amenaza al «laicismo».

Ella tampoco acudió a la ceremonia de juramento del cargo por parte del nuevo presidente celebrada la víspera. Eso no impidió que el general Büyükanit se ausentara en señal de protesta, gesto en el que fue secundado por varios altos funcionarios del Estado turco y por parte de la opositora CHP (kemalista y socialdemócrata).

Este desplante a un presidente electo, sin precedentes en la historia de Turquía, no ha pasado desapercibido. Menos cuando, en su corta historia, el país ha sufrido cuatro golpes de Estado protagonizados por el todopoderoso Ejército turco, el último de los cuáles acabó preci- samente con la primera experiencia de gobierno islamista -en el que Gül fue ministro- en 1997.

Tampoco hay que olvidar que fue la advertencia de la cúpula militar -el «golpe virtual»- la que cerró en la primavera del año pasado la puerta del Palacio Presidencial de Çankaya a Gül, abriendo una crisis que se saldó con la convocatoria adelantada de elecciones en julio, comicios en los que el AKP no sólo revalidó sino que amplió su victoria.

«Si las advertencias, especialmente las de los militares, son desoídas, las consecuencias no se harán esperar (...) El poder político debe activar medidas para acallar las sospechas», invitó al Ejecutivo islamista el politólogo Hikmet Özdemir.

Por el momento, el primer ministro, Recep Tayip Erdogan, lanzó ayer un mensaje de conciliación al Ejército en vísperas de la celebración hoy del Día de la Victoria, que conmemora una ofensiva victoriosa turca contra Grecia el 30 de agosto de 1922.

Tras insistir en la «necesidad, ahora más que nunca, en unirnos en torno a los valores de nuestra nación y a los principios de la República», Erdogan lanzó una felicitación «a nuestros héroes de las Fuerzas Armadas turcas y a toda la nación».

Reivindicaciones islamistas

Pese a las presiones de los militares y de la clase política kemalista, Gül no se olvidó en su discurso inaugural en lanzar un guiño al electorado más islamista, señalando que el laicismo «es también un modelo que asegura la libertad para las diferentes maneras de vivir».

Amplias franjas de la población denuncian la prohibición del velo en la universidad y en la Administración como un ataque a su libertad de conciencia y a su derecho a la educación.

La polémica en torno al velo no ha hecho sino ofender aún más a todas las mujeres que lo llevan, constata la periodista Asli Aydantasbas en el diario de gran tirada «Sabah».

«Un proceso de normalización debe comenzar ineludiblemente por la cuestión del velo para poner punto final a la condición de leprosas que aflige al 50% de las mujeres en Turquía, que han elegido cubrirse la cabeza», recordó.

Críticas internas a la estrategia de la oposición kemalista

El fracaso electoral del CHP de Deniz Baykal está pasando creciente factura a su fracasada estrategia de acoso y derribo de los islamistas a toda costa, aún con el precio de pactar con la ultraderecha panturca. A dimisiones sonadas como la del escritor Zülfü Livanelli, que reivindica «la vuelta a su ideología tradicional de izquierdas» se suman las nuevas generaciones del partido, que exigen la cabeza de Baykal. «Hemos basado la campaña en los valores de la República. Está muy bien (...) pero la gente quería también oír nuestras propuestas sobre el paro y la agricultura», se queja Didem Engin, candidata derrotada del CHP a Estambul.

«No podemos estar provocando una crisis tras otra hasta tumbar al Gobierno», insiste.

Ufuk Uras, líder del ÖDP (izquierda) coincide en ello y niega el carácter islamista del AKP, a su juicio, «un partido neoliberal y neoconservador típico del proceso de globalización». Parece darle la razón el apoyo entusiasta de la influyente Cámara de Comercio de Estanbul al nuevo presidente. «Es una gran oportunidad para nuestros negocios», anunció el presidente Murat Yalcintas. GARA

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