¿Qué rojillo recogerá cuarenta años después el testigo legado por Osaba?
Un hecho inusual en el fútbol estatal, la muerte de un jugador en activo, impedirá que Osasuna juegue en El Sadar exactamente cuarenta años después de su inauguración. Hace cuatro décadas fue el delantero Osaba quien anotó el primer gol rojillo en este estadio.
Natxo MATXIN
Fernando Osaba marcó un tanto histórico, el primero que conseguía Osasuna en lo que era su nueva casa, El Sadar. ¿Quién recogerá el testigo dejado por Osaba hace 40 años? La incógnita puede resolverse en el encuentro que van a disputar los rojillos contra el Barcelona en la tercera jornada liguera, dado que la muerte del sevillista Puerta impedirá que los rojillos jueguen contra el equipo hispalense el día 3 de setiembre, tal y como estaba previsto.
A decir verdad, el estadio iruindarra celebró su puesta de largo un día antes -el 2 de setiembre de 1967- con la disputa de un torneo triangular entre Osasuna, Vitoria de Setúbal y Zaragoza, en el que los maños se proclamaron campeones. De manera curiosa y seguramente por aquello de la caballerosidad de los anfitriones, aunque no hay constancia escrita ni testimonios que aporten las verdaderas razones, los rojillos no participaron en el estreno. Pedras, ariete de los portugueses, pasó a la historia como el primer goleador de El Sadar.
Si aspiraba a crecer como entidad, el club de fútbol más importante de Nafarroa necesitaba dar un salto de calidad en cuanto a instalaciones, de ahí que un 9 de abril de 1965 la Junta de Socios Compromisarios decidiera vender el antiguo campo de San Juan, donde jugó su último encuentro un 7 de mayo de 1967, imponiéndose en competición copera por 2-0 -goles de Fanjul y Beci- al Elche.
El importe de la operación -40 millones de las antiguas pesetas- se destinó a financiar la compra de los nuevos terrenos en lo que por aquel entonces era la periferia de la ciudad -10 millones- y las obras de levantamiento del nuevo estadio, que ascendieron a 51 millones. Construcciones Carlos Erroz, S.A. fue la encargada de transformar los 14.000 metros cúbicos de hormigón empleados en una infraestructura moderna y cómoda, con un aforo para 25.000 espectadores -7.000 de ellos sentados-, y acondicionada con luz artificial para la disputa de encuentros nocturnos.
Sin embargo, las expectativas estructurales no fueron acordes a las deportivas. Osasuna, que se estrenó en una competición de las de verdad ante el Sporting en la primera jornada liguera de la Segunda División de la campaña 1967-68 cosechando un empate a uno, no sólo no respondió a las expectativas de un bloque que se había diseñado para el ascenso, sino que bajó un peldaño más de categoría. Todavía se recuerda en la capital iruindarra el dicho popular de «campo de Primera, equipo de Tercera».
No sería hasta el 7 de setiembre de 1980 cuando El Sadar veía cumplido uno de los sueños que con más ahínco había perseguido: convertirse en un estadio de la máxima categoría estatal. El estreno, ante el Las Palmas, no pudo ser mejor, ya que los propietarios vencieron por 1-0 con gol de Clemente Iriarte, en el minuto 18.
Primer partido televisado
De esa época queda para la memoria otro dato histórico. Un 3 de abril de 1982 el campo iruindarra acogía por primera vez en su historia a las cámaras de televisión para transmitir un encuentro en directo. El público de la pequeña pantalla, especialmente el navarro, pudo disfrutar de un triunfo de su equipo ante uno de los grandes, el Barcelona, con alegría desbordante en el último tramo, ya que Lumbreras protagonizó el 3-2 a dos minutos para el final.
Además de la irrupción del medio televisivo, la década de los ochenta pasará a la historia del estadio por la llegada de las competiciones europeas. Un 2 de octubre de 1985 Osasuna le daba la vuelta a su eliminatoria de Copa de la UEFA contra el Glasgow Rangers. Los rojillos repetirían experiencia en la 1991-92 y en la 2005-2006.
El punto más álgido en la disputa de torneos del viejo continente llegaría con el choque de vuelta de la previa de la Champions League, jugado en El Sadar el 22 de agosto del año pasado frente al Hamburgo, y el encuentro de semifinales de la Copa de la UEFA contra el Sevilla el 26 de abril del presente.
Claro que no todo han sido buenas noticias. El Sadar también ha vivido sus capítulos negros con hasta tres cierres en estas cuatro décadas de existencia. La primera se produjo en la temporada 1986-87, tras un partido contra el Real Madrid un 5 de octubre. Los hinchas rojillos debieron partir hacia el exilio de La Romareda, una semana después, donde se empató a cero ante el Real Murcia, no sin que la afición acompañara al equipo gracias al tren y autobuses gratis que dispuso la junta directiva.
Poco más de dos años después de aquello, y con los jugadores merengues también como invitados, el árbitro Socorro González suspendía el choque a los 43 minutos por el lanzamiento de objetos y un petardo. Osasuna era castigado con tres partidos de sanción y Mendizorrotza se convertía en el provisional feudo rojillo. Ya en Segunda División, el tercer cierre del estadio tuvo lugar en la 96-97, tras los incidentes acaecidos en el Osasuna-Toledo, que acabó con 0-1 a favor del conjunto visitante. Los rojillos debieron disputar su envite copero ante el Torrelavega (2-0) en Tajonar.
Algunos datos históricos
Gracias a la actual labor desinteresada de José Mari Iglesias, que trabajó en las oficinas de Osasuna hasta hace diez años, el club rojillo conserva un archivo histórico con datos relevantes. A lo largo de su dilatada historia -desde la temporada 1967-68 hasta la 2006-07-, El Sadar ha sido escenario de 927 partidos del primer equipo rojillo, habiendo anotado éste 1.572 goles a favor y encajado un total de 817. Así que la presente será la vigesimosegunda temporada en Primera División en el «teatro de los sueños» rojillo, a las que hay añadir otras 14 en Segunda y cinco más en Tercera.
En todas esas temporadas, Osasuna ha disputado un total de 746 partidos ligueros en su actual campo -1.208 goles a favor y 641 en contra-, 96 encuentros coperos -214 dianas a favor y 72 en contra-, una previa de Champions, 13 envites de la Copa de la UEFA -15 goles a favor y sólo 3 en contra-, siete de la Copa de la Liga -9 tantos a favor y ocho en contra-, tres encuentros de promoción -cuatro goles a favor y cero en contra-, y siete choques de play-offs, con 13 dianas a favor y tres en contra. A ellos hay que sumarles tambiñen 52 partidos amistosos, con un balance de 108 goles a favor y 89 en contra. Para completar las cifras, la mayor afluencia de espectadores que se recuerda en El Sadar data del 22 de febrero de 1981, en un Osasuna-Real Madrid, en el que se dieron cita 28.984 aficionados.
A lo largo de sus cuatro décadas de vida, El Sadar ha ido acogiendo diversas reformas, algunas más importantes y llamativas que otras. La primera se llevó a cabo apenas a los diez años de su existencia y fue de carácter obligado. El fútbol comenzó a vivirse con mayor pasión e intensidad llegados los setenta y la Federación ordenó a los conjuntos de Primera y Segunda la instalación de vallas en los perímetros de los campos, alegando motivos de seguridad.
Para la 1989-90 se estrenó uno de los cambios más importantes hasta ahora. El estadio contó con 4.000 nuevos asientos numerados y cubiertos gracias a la construcción de la Tribuna de Preferencia Alta, que tuvo un coste de 561 millones de pesetas con cargo a la deuda privada que iba a asumir la Liga de Fútbol Profesional. Además, el 14 de agosto de 1990 un vendaval derribó la torre de iluminación ubicada entre Tribuna de Gol y Tribuna Lateral, lo que dio pie a que se retirara la otra existente y se instalara un nuevo sistema de focos. Seis años después, las localidades de pie se transformaron como asientos por orden de la UEFA.
En diciembre de 1998 se comenzaron a dar los trámites iniciales para el traslado de todo el aparato administrativo desde la Plaza del Castillo al estadio. La instalación de la primera tienda oficial en los bajos del campo fue el primer paso. Le siguieron en mayo de 1999 las nuevas oficinas, además de la sede social y sala de juntas, ya en noviembre. En los siguientes años se llevó a cabo el acondicionamiento exterior del campo, la reubicación de los puestos de prensa, la construcción de nuevos despachos y salas de reuniones, así como el levantamiento de la parte baja del campo respecto al césped, la eliminación de las vallas, la instalación de vídeomarcadores y de las oficinas de la Fundación Osasuna, todo ello en el verano de 2003.
De todas estas variaciones habidas, ninguna ha sido tan polémica como el cambio de nombre del estadio. A partir de las Navidades de 2005, El Sadar pasó a denominarse «Reyno de Navarra» mediante un acuerdo entre Osasuna y el Gobierno de Nafarroa para patrocinar dicha marca turística por el que el club ingresaba 4,5 millones de euros en un periodo de tres años. La entidad rojilla se adelantaba así a otros equipos europeos que han hecho lo propio, aunque la medida no gustó entre parte de la afición, como fue el caso de la Federación de Peñas.
Las modificaciones no han sino empezar. Con una inversión de nueve millones de euros, se prevé que a partir de junio de 2008 se inicien los trabajos para la construcción de cuatro nuevas columnas, con espacios en su interior para locales comerciales y oficinas, así como nuevos boxes para aficionados. Junto a ello, en los terrenos de las antiguas piscinas se ubicará un apartahotel, una residencia-balneario para la tercera edad y un polideportivo de propiedad municipal.
Fernando OSABA Ex jugador
Salido de la cantera desde juveniles, Fernando Osaba marcó la primera diana osasunista en El Sadar y se retiró muy joven, a los 25 años.
¿Cómo recuerda ese primer gol rojillo en El Sadar?
Luis Astrain, que jugaba por la derecha y como los extremos de antes pegado a la banda, centró y yo salté en plancha. Agarré muy bien el balón y entró.
¿Cómo vivió la plantilla el cambio de estadio?
Quizás se perdió un poco de familiaridad, claro que lo digo desde mi punto de vista, ya que yo me crié futbolísticamente en San Juan. El césped también era distinto, incluso hubo problemas.
¿Influyeron esos factores en el posterior descenso?
Ni mucho menos. La afición estaba muy ilusionada, se incrementó el número de socios y había grandes expectativas. Pero el equipo no funcionó y es curioso porque esos mismos jugadores jugaron a gran nivel en otros conjuntos en los años siguientes. Hay que reconocer que fue un fracaso.
¿Hubo muchas críticas por aquello de «campo de Primera, equipo de Tercera»?
Sí. De la ilusión inicial se pasó justo al extremo contrario. Incluso hubo mucha tensión, con bastantes broncas entre jugadores y prensa.
N.M.