COMITÉ REGIONAL DEL PSN
Blanco se va sin aclarar dudas tras seis horas de catarsis de los críticos
Sin explicaciones convincentes, pero también sin dimisiones y sin convocatoria de Congreso Extraordinario. Así se saldó el esperado Comité Regional del PSN, con presencia estelar de José Blanco, que se limitó a escuchar una catarata de críticas pero abortó cualquier votación.
Ramón SOLA | IRUÑEA
Catarsis era el término más empleado en los pasillos para definifir lo que ocurrió a puerta cerrada entre las 10.00 y las 16.15 en la reunión extraordinaria del Comité Regional del PSOE. Es decir, que lo que se produjo, según el diccionario de la lengua castellana, fue una «purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza» o, por extensión, una «eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso». Poco más.
La primera incógnita estribaba en saber si el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, desplazado a Iruñea por vez primera en el transcurso de esta crisis, daría alguna explicación sobre el motivo de fondo por el que decidieron dar la espalda a un gobierno alternativo con Nafarroa Bai e IUN y mantener en el poder a UPN. La duda se despejó pronto, cuando se entregó a las decenas de periodistas un resumen del discurso en el que Blanco alegó que tal tripartito hubiera sido «incierto, frágil y quizás efímero» y a aseguró que el PSN no podía arriesgarse a tanto contando sólo con doce parlamentarios. Luego puso un ejemplo: «Si Ibarretxe sigue adelante, ¿cuál sería el papel de los partidos de Nafarroa Bai?». En cualquier caso, matizó que no descartan ni colaborar ahora ni formar un gobierno así en el futuro.
La segunda duda consistía en saber si la pluralidad de voces críticas lograría forzar alguna dimisión, o al menos una votación. Tampoco pasó nada.
Un documento sí, otro no
En estas semanas se han ido conformando dos sectores críticos que presentaron diferentes documentos a Blanco. El impulsado por las agrupaciones riberas ni siquiera fue recogido por el número dos del PSOE, que argumentó que el tono no era procedente. Se trata del sector que ha reclamado dimisiones masivas y algunos de cuyos componentes se muestran incluso dispuestos a pasar a grupos mixtos en sus ayuntamientos. Fueron, lógicamente, quienes más indignados salieron: uno de ellos, Mariano Cerezo, que ya abandonó la Ejecutiva tras la reelección de Miguel Sanz, anunció que dejará el carnet.
Por contra, Blanco sí recogió el texto presentado por otros militantes críticos cuyos referentes son el ex secretario general Juan José Lizarbe y una corriente renovadora denominada Foro para el Relanzamiento del Socialismo Navarro. Pero el texto, que plantea la necesidad de cambiar la actual dirección del PSN, tampoco fue votado.
En una rueda de prensa celebrada cuando faltaba aún la mitad del debate, José Blanco dejó claro que el próximo congreso será «cuando toque, en junio de 2008». Preguntado sobre si temía nuevas dimisiones, dijo que no, aunque luego se cubrió las espaldas: «Esa es una decisión personal». Algunos críticos de Erribera se quejaron de que Blanco no tuviera empacho en dejar las puertas del partido abiertas a quien quiera salir.
Las intervenciones se sucedieron y prácticamente todas fueron contrarias a la decisión de dejar el gobierno en manos de UPN-CDN, aunque en tonos diferentes. José Blanco retornó después a Madrid tras declararse «satisfecho por el debate» y los diferentes críticos indicaron que ahora tendrán que reunirse para valorar la situación.
En los pasillos, la sensación general de los disconformes con la renuncia al gobierno alternativo era una mezcla de impotencia y de escepticismo. Muchos abandonaron la sesión antes de acabar con frases como «ya es igual, esto no tiene remedio». Otros ya avisaban antes de empezar de que «en estos comités regionales siempre parece que se va a armar una gorda, pero al final nunca pasa nada».
Mientras tanto, Blanco ejerció de gallego. Dijo que «el 95% de las intervenciones ha acatado la decisión». Y cuando se le preguntó por qué se había demorado tanto, replicó que en realidad «lo que se dilató fue la gestión de la decisión, no la decisión». Blanco sí dejó muy claro que la dirección del PSN supo desde el principio que no aceptarían ese tripartito. Muchos miraron entonces a Carlos Chivite, que ayer se quedó en segundo plano.
El documento de los críticos riberos no fue recogido siquiera por Blanco al tildarlo de «insultante». Pero el secretario general del PSN sí hizo un gesto al sector que podría liderar Juan José Lizarbe al tomar en sus manos su propuesta, titulada «Recuperando la credibilidad política y la apuesta por el cambio progresista». En correspondencia, Lizarbe instó a que nadie deje el partido, evidenciando de nuevo a que apuesta por jugar con las reglas establecidas.
Este documento sí hace una apuesta muy clara por desalojar al poder de UPN. En realidad, la filosofía es la misma de la ponencia política aprobada en el pasado Congreso de 2004 y por tanto vigente, en la que se rechazan los pactos con la derecha (aunque en la votación final Lizarbe fuera desbancado de la Secretaría General por Chivite en una confusa maniobra). El texto que Blanco se llevó a Madrid indica que «somos muchos los socialistas de esta tierra que no vamos a parar hasta que nuestro partido protagonice y materialice el cambio político en la Comunidad Foral. Es decir, y también para que no haya dudas, que no hemos de parar hasta que UPN-PP, la formación responsable de la confrontación y de la división, salga del Gobierno Foral».
El documento estaba presentado como «resolución política», y redactado como si hubiera sido aprobado por el Comité Regional ayer, aunque no hubo votación alguna. En él se incluyen otras dos consideraciones que estos críticos seguirán abanderando en el futuro: por un lado, la demanda de responsabilidades a Carlos Chivite y el resto de la Ejecutiva tanto por el resultado electoral como por «la nefasta gestión de las posibilidades de cambio de gobierno»; por otro, el establecimiento de «un nuevo marco de relaciones solidarias entre PSN y PSOE».