La Real ganó el derbi guipuzcoano de Segunda gracias a un penalti que supuso un excesivo premio para lo visto sobre el terreno de juego. Un empate habría reflejado mejor la igualdad que caracterizó un derbi de mucha disputa y si algún equipo hizo más méritos para ganar fue el Eibar, que fue mejor en el primer tiempo y no lo hizo peor en el segundo, pero el equipo de Coleman encontró el máximo premio en el gol de Gerardo y supo jugar a partir de ahí con mucha tranquilidad y sin temer por el resultado más que en un remate de Yagüe al poste.

Los tres puntos premiaron sobre todo la mejoría experimentada en la Real con respecto al primer partido. Los blanquiazules sacaron las conclusiones acertadas del desbarajuste inicial y ayer jugaron muy juntos, con muchas ayudas, sin buscarse complicaciones en defensa, fueron un equipo serio y con eso y la jugada del penalti les bastó para ganar.

El Eibar, por su parte, hizo un buen partido dentro de lo que se puede pedir a sus jugadores, a los que sólo les faltó la lógica calidad que no puede pretender un equipo con su presupuesto a la hora de marcar goles. Los azulgranas jugaron como deben hacerlo, pero la Real también se puso a su altura y sus jugadores se pusieron el buzo para trabajar y para ir a todas las disputas, sobre todo las aéreas, en las que destacaron Garitano, Labaka y Castillo. Por abajo apenas hubo fútbol y en ese escenario las jugadas de estrategia deciden los partidos. El Eibar no acertó con las que tuvo, Pino Zamorano no vio intencionalidad en las manos que hubo en el área realista y sí el claro penalti de Urzelai. Y así se decidió el partido.

Por eso la Real ganó en el marcador y el Eibar dejó sensación de ser mejor equipo ahora, algo lógico porque Coleman está en un proceso de pruebas -en el once de ayer presentó cinco cambios con respecto al inicial- y así se necesita un tiempo para consolidar y compenetrar un equipo. Claro que ese proceso debe estar acompañado de victorias como la de ayer. Y no hay nada mejor como ganar cuando no se juega especialmente bien para mejorar progresivamente.

Dominio local para empezar

Porque la Real tiene mucho margen de mejora y mucho que mejorar. El Eibar le dominó con claridad en el primer tiempo, en el que se jugó principalmente en la mitad del campo bien defendida por Riesgo y dispuso de varias opciones, sobre todo en jugadas a balón parado. Hasta cinco saques de esquinas y media docena de faltas lanzaron los jugadores azulgranas y en una de ellas el portero debarra realizó una gran parada a cabezazo de Joseba Del Olmo.

Más clara fue la oportunidad de la que dispuso Delibasic tras un gran servicio de Aranburu que le dejó solo ante Cuéllar, pero no acertó con todo a placer y el portero cedido por el Atlético desbarató la oportunidad.

No hubo más opciones claras de gol en todo el primer tiempo. Varios lanzamientos del Eibar bien controlados por Riesgo y ninguna opción de la Real, que se conformaba con mostrar en siete días una mejoría importante en el juego colectivo. Los blanquiazules estuvieron más juntos, se olvidaron de las complicaciones del primer partido y eso era clave en un partido como el de ayer en el que era fundamental estar bien colocado para recoger los balones que quedaban sueltos después de las constantes disputas.

El mayor mérito de esa mejoría realista fue que llegó con una defensa en la que sólo Labaka repetía del primer partido tras la lesión de Carlos Martínez, que tuvo que retirarse al sufrir un problema muscular en el gemelo o el poplíteo que parece menos importante de lo que se temió al principio, ya que podía tratarse de una lesión de rodilla.

En el segundo tiempo el partido siguió esa misma línea hasta que llegó la jugada clave del penalti de Urzelai a Vaughan. A partir de ahí, la Real jugó con tranquilidad y con el oficio que se le supone a una plantilla repleta de jugadores con experiencia en Primera. Los blanquiazules perdieron mucho tiempo, rompieron constantemente el ritmo del partido y en toda la segunda mitad sólo se pueden rescatar las dos jugadas polémicas reclamadas por el Eibar en el área realista y un remate de Yagüe al palo en una jugada que, como no podía ser de otra forma en un partido como el de ayer, llegó a balón parado.

Media hora final sin ocasiones

Manix Mandiola movió el banquillo para buscar el gol y acabó el partido con dos delanteros, pero en la última media hora apenas se jugó entre constantes interrupciones y no hubo la más mínima ocasión local. Es lo que le faltó al Eibar para completar un gran partido y donde más deberá trabajar Mandiola a la espera de que el chileno Nico Medina ayude en esa faceta.

También la Real deberá mejorar en el aspecto ofensivo, aunque después del desastre del primer partido era obligado empezar a construir el equipo desde una mayor solidez defensiva que ayer sí mostraron los de Coleman. Los próximos partidos de mañana en la Copa ante el Las Palmas y en la Liga el domingo ante el Polideportivo Ejido deben servir para avanzar en ese proceso de construcción de un equipo que sea capaz de pelear por los puesto altos.