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CRÓNICA Resistencia en el ombligo del imperio

Los rebeldes de EEUU llaman a globalizar los movimientos sociales

New Market, Tennessee. En este oasis rebelde que ha transformado el panorama nacional se ha celebrado el 75 aniversario del Highlander Research and Education Center, con un festival en el que los versos de Violeta Parra y el ritmo contagioso de Nueva Orleáns invitaban a continuar la misión de «acción colectiva por la justicia» para crear otro Estados Unidos.

David BROOKS (La Jornada)

Los ecos de las luchas sindicales de los años 30 y 40, el movimiento de derechos civiles, la justicia ambiental, la lucha contra el racismo y la homofobia, el altermundismo y más emanaban desde las fotos de reuniones de estrategia de mineros y textileros, de Martín Luther King y Rosa Parks, de acciones contra el Tratado de Libre Comercio y tantas más, con un fondo sonoro de himnos y corridos, gospel, blues, bluegrass, jazz y rap retumbando contra los montes, y en las voces tanto de los veteranos de estas luchas como las de las nuevas generaciones.

Casa común de la resistencia

Aquí, como desde 1932, este es uno de los pocos lugares en Estados Unidos donde afroestadounidenses, blancos, latinos e indígenas, entre otros, han encontrado una casa común desde donde armar rebeliones y movimientos de resistencia en el ombligo del imperio.

La influencia de Highlander se puede encontrar por todas partes: en luchas por la defensa ambiental en las montañas de este y otros estados de Appalachia, en huelgas mineras en Virginia, en movimientos por vivienda y salud en Luisiana o Carolina del Norte, en defensa y organización de migrantes, en nuevas iniciativas sociales de jóvenes y en la música y otras expresiones culturales del sur.

«Cultura empresarial»

Por ejemplo, recientemente, a unos cuantos kilómetros de aquí, hubo un triunfo histórico en una lucha sindical encabezada por migrantes en alianza con blancos y afroestadounidenses.

En una planta de procesamiento de pollo en Morristown, en una región famosa por su antisindicalismo feroz, se lanzó un esfuerzo para afiliar a los casi 500 trabajadores, en su mayoría mexicanos y centroamericanos. El voto de 465 a 18 a favor logró instaurar por primera vez un sindicato en esa planta y poco después se aprobó de manera unánime el primer contrato colectivo.

«Eso es muestra de valentía, de coraje», declaró Jim Sessions, ex director de Highlander. El centro aportó todo el equipo de traducción para el proceso, y mucha de su gente guió la estrategia. Pero aún más que eso, también fue muestra de la clave para el futuro de esta región, el país y el mundo, afirmó Sessions. «Las alianzas entre negros, latinos y blancos son claves para triunfar, para la solidaridad y la independencia, en la lucha contra una cultura empresarial que amenaza el planeta».

Acción colectiva necesaria

Suzanne Pharr, otra ex directora de Highlander, habló de los desafíos a futuro, de «como la gente añora ser tratada justa y dignamente, de recuperar sus tierras y recursos. Nuestro trabajo no es sólo reconstruir nuestras regiones, sino reconstruirnos a nosotros mismos, buscar cómo curarnos y asumir una responsabilidad, y para eso necesitamos de la acción colectiva con esperanza y alegría».

Aquí, ex directores y la actual directora Pam McMichael hicieron referencias a las experiencias de Cuba, Venezuela, Argentina, Nicaragua (en los años 80), y Sudáfrica, y expresaron, en esencia, que la tarea más importante es construir un fuerte movimiento social en Estados Unidos con perspectiva global.

De manera reiterada se subrayó la importancia de generar movimientos a nivel local con la mira a tejer un movimiento nacional que se vincule de manera trasnacional.

Cómo hacerlo, con quién, dónde están los puntos de reunión y más fueron puntos abordados en talleres, foros y reuniones todo este fin de semana.

La historia casi oculta de los movimientos sociales estadounidenses enmarcó estos diálogos, revelando por medio de palabra, canto, teatro y cine las rebeliones que sucedieron y están brotando, a veces a nivel microscópico, por toda esta región y este país.

Un veterano de luchas de Mississippi, de 81 años, contó su vida como granjero negro, de su encarcelación en la fila de la muerte por un delito que no cometió, y sus luchas por la igualdad racial.

«Cuando llegué por primera ocasión a Highlander, en el año 1961, me dije: `¿a poco hay blancos que hablan así?´ Pensé que era otra trampa más para acusarme de algo, pero descubrí que era real».

«Los llamamos hermanos»

Stewart Acuff, director de organización nacional de la central obrera AFL-CIO, declaró aquí que este lugar fue epicentro de los esfuerzos sindicales en los años 30 y 40 que lograron agremiar a 400.000 trabajadores por todo el sur, con 10.000 organizadores, cientos de los cuales operaban o fueron capacitados en Highlander.

Declaró que hoy día, esa lucha sindical gira en torno a recuperar el propio derecho de organizar y enfrentar «más de 30 años de guerra de clase contra los trabajadores. Esa lucha es la misma que antes, por más libertad y más justicia, y para defender la dignidad humana».

Al referirse a los cambios demográficos del sur y otras partes del país, Acuff aseveró que «una de las luchas más importantes para nosotros» son las hechas en favor de «los trabajadores que han tenido que abandonar su país para sostener a sus familias. A ellos que cruzan estas fronteras nosotros no los llamamos ilegales, los llamamos hermanos, los llamamos hermanas».

Pancho Arguelles, del Centro Flatlander en Texas, una institución de educación popular, comentó que ahora se está provocando una nueva dinámica aquí: «¿Qué va a pasar cuando el sur se encuentre con el sur global? Las sabidurías del sur estadounidense se encontrarán con la sabiduría que surge de la lucha en el sur global». Agregó que los inmigrantes están hartos de los analistas y especialistas que desean aconsejarlos sobre los pasos pragmáticos que su movimiento debería tomar. «No queremos pronósticos del clima, queremos ser el clima, una tormenta». Señaló que se debería considerar el principio de los zapatistas de «mandar obedeciendo».

Highlander se convirtió en un centro bilingüe hace pocos años, justo para nutrir las potenciales y necesarias alianzas entre inmigrantes latinoamericanos y sureños (negros, blancos e indígenas), al considerar que el futuro de las luchas por la justicia en esta región y este país dependerán cada vez más de las alianzas entre éstos.

Esto también se manifestó en expresiones culturales en este festejo, donde los versos de resistencia se intercalaban constantemente con la prosa de las historias de estas luchas y lo que significa para el futuro.

Concierto para festejar

Así, este oasis rebelde continúa haciendo realidad la herencia de sus fundadores, en particular el pedagogo popular Myles Horton, quien insistió que el pueblo es el líder. «Tienes que creer que las personas tienen la capacidad dentro de sí mismas de desarrollar la capacidad de gobernarse a sí mismas», escribió en su autobiografía «The Long Haul».

Pete Seeger: «Estas miles de luchas son las que van a salvar al mundo»

Pete Seeger, el legendario músico de folk estadounidense, envió un mensaje videograbado a Highlander trasmitido durante el concierto. Con su banjo, tocando un poco de «This Land is Your Land», comentó que estas miles de luchas en todas partes, de las cuales Highlander ha jugado un papel tan central, «son las que van a salvar a este mundo, con los pueblos haciendo lo que se tiene que hacer».

D. B.

ORGANIZAR

La cantautora Ani DiFranco DiFranco ofreció un poema al concluir sus canciones, con un verso que dice: «Estoy tratando de pensar ¿Qué es lo que necesita ocurrir para que mi país se levante? Primero reconocer nuestros errores, y después organizar».

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