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Daniel Saralegi Aristu Miembro de la Plataforma Iruñea Gu Geu

Policía municipal de Iruñea: urge el cambio

Poco a poco están convirtiendo la Policía municipal en policía política militarizada, que mantiene sospechas sobre cualquier ciudadano o ciudadana que no coincida con los postulados ideológicos de Barcina y UPN

En los últimos años raro es el mes, si no la semana, en que uno no escucha, bien a conocidos, bien a través de los medios de comunicación (esto último en muy contadas ocasiones), una nueva acción violenta por parte de algún policía municipal. Y yo no me acostumbro, ni pienso acostumbrarme a esas noticias ni a esos hechos. Creo sinceramente que no es la mayoría, pero una parte de los miembros de la Policía municipal de Iruñea son, a día de hoy, un problema en vez de estar al servicio de la ciudad, de sus ciudadanos y ciudadanas y cuya labor tiene que ser precisamente la de ayudar y buscar soluciones allí donde se originen problemas.

Si la mala suerte te hace coincidir con uno de estos señores o estas señoras, en algún problema o conflicto, el panorama que se presenta se vuelve bastante desolador. Yo parto de la premisa de que los problemas no se solucionan ni a palos ni a gritos. No se puede permitir la actitud chula y prepotente que muchos y muchas municipales tienen ante la ciudadanía en general. Da igual que hayas podido aparcar mal en esta ciudad del caos pensada para los coches, realices algún tipo de actividad en la calle de tu colectivo, asociación, peña o sociedad o que estés celebrando las fiestas de tu barrio, porque si tienes la desgracia de toparte con uno de esos mamporreros, lo tienes claro. Los gritos y las malas caras son lo mínimo que recibirás de cualquiera de esos hombres y mujeres de Santamaría.

A veces la cosa no queda en gritos y malas caras, y si no que se lo pegunten a los dos jóvenes que fueron golpeados en el parque de la Taconera hace poco por policías municipales motorizados justo después de haber respondido a unas preguntas en la Comisaría y salir sin ningún otro requerimiento. Al grito de «ahora os vais a enterar», uno de ellos recibió un paliza de escándalo mientras el otro conseguía escapar. ¡Vaya si se enteraron!

A quien no podremos preguntar ya nada de nada es a Antonia Amador, vecina de la Rotxapea, que tras un incidente violento con agentes de la Policía municipal, y debido a su deteriorado estado de salud, falleció poco después. Este trágico suceso, la muerte de una persona, es el más grave de los ocasionados por esta actitud prepotente que algunos miembros de la Policía municipal mantienen desde hace tiempo. Justo desde el nombramiento del ex militar Simón Santamaría, que ha impuesto unas directrices represivas en una Policía municipal a la que poco a poco están convirtiendo en policía política militarizada, que mantiene sospechas sobre cualquier ciudadano o ciudadana que no coincida con los postulados ideológicos de Barcina y UPN. ¿Quién no tiene grabadas en su mente las esperpénticas imágenes de Santamaría simulando que se ataba los zapatos sobre un bidón lleno de cemento donde estaban atados los brazos de unos jóvenes que protestaban ante la nula política de locales autogestionados del Ayuntamiento? ¿Qué catadura moral tiene un personaje que ante los medios de comunicación se divierte ocasionando dolor a los que protestan?

Todo esto está ocasionando preocupación en gran parte de la sociedad iruindarra, y lo está ocasionando también dentro de la propia Policía municipal. El índice de bajas laborales por trastornos psiquiátricos (depresiones, estrés, angustia) ha subido notablemente en los últimos años. No son pocos los miembros de la Policía municipal que han sufrido algún tipo de presión por parte de otros compañeros o de superiores. Quienes reciben este trato son los agentes que no se pliegan del todo a la directriz imperante en el cuerpo. Espero que algún día esos agentes (que son mayoría) asuman su responsabilidad en lo que sucede, dejen atrás ese corporativismo dañino y empiecen a denunciar públicamente desde dentro todos los casos de abuso de poder que se puedan dar. Saben perfectamente que la sociedad en su mayoría les apoyará, ya que lo que esta sociedad quiere es una Policía municipal al servicio de la ciudadanía y no al servicio de ningún partido político.

Está claro que se tiene que dar cuanto antes un cambio en las formas y en la filosofía de quienes gobiernan y gestionan este órgano municipal, y al mismo tiempo hay que propiciar entre todas las fuerzas políticas y sociales de esta ciudad un debate en profundidad sobre el modelo de Policía municipal.

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