El cambio climático obligará a afrontar en breve un nuevo modelo energético
En el marco de los cursos de verano de la UPV, que se celebran estos días en Donostia, el experto en energía Paul Isbell confirmó ayer que el cambio climático y la falta de estabilidad geopolítica mundial llevan inevitablemente a un cambio en el modelo energético actual.
GARA |
El director del Programa de Energía e investigador principal de Economía Internacional del Real Instituto Elcano, Paul Isbell, recurrió ayer al término «trilema energético» para definir la situación actual en el ámbito de la energía, en el curso de su ponencia, titulada «La dependencia energética de la Unión Europea y de España».
El «trilema» en cuestión consiste en que «la pobreza energética y desestabilización geopolítica que afectará al desarrollo; la competencia geopolítica por los recursos energéticos escasos -lo que nos conduce al conflicto militar y desestabilización mundial poniendo en claro peligro el gobierno global-; y, finalmente, el cambio climático y la desestabilización mundiales «nos llevan inevitablemente a un cambio en el modelo energético».
Según la información que maneja Isbell, la mezcla energética en el Estado español presenta un mapa en el que el petróleo representa el 50% de la energía primaria (37% en la UE de los 25), el gas el 18% de la energía primaria (24% en la UE), el carbón (y energías sólidas) el 14% (18% UE), la energía nuclear el 8% (15% en Europa) y la hidroeléctrica y las renovables suman un 11% (6%). Esto supone que la suma del petróleo y gas en el Estado español es del 68%, frente al 61% de la Unión Europea, el 64% de EE.UU y el 59% del resto del mundo.
Según los mismos datos, las importaciones de energía en el Estado español presentan un escenario que supone una dependencia general de la energía del 76,4% (70 UE); la del petróleo es del 99,6% (94); y la del gas, del 99,1% (90).
Regiones inestables
Además, aproximadamente el 30% de la mezcla energética procede de regiones que Isbell (experto también en mercados emergentes) califica como inestables, «lo que condiciona nuestro futuro desde el punto de vista de los equilibrios geopolíticos y del desarrollo económico del conjunto del mundo», según manifiesta Isbell.
Para el profesor, esto supone que se produzca la «nueva extensión geográfica del nuevo nacionalismo energético», cuyo epicentro original se ha mantenido en los países árabes e islámicos del Golfo Pérsico y Africa del Norte, el ámbito de la antigua Unión Soviética y América Latina (especialmente Venezuela, Bolivia y Ecuador).
En Santander, el codirector de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, dijo que «el cambio climático no provocará la extinción de la especie humana», pero sí un descenso demográfico.