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Raimundo Fitero

Voces deportivas

Si le sucede algo tan normal como es quedarse durmiendo viendo algún partido de tenis ya sea masculino o femenino, en una de esas vueltas a la semi consciencia puede creerse que está durmiéndose con una película porno. Se ha puesto de moda y es casi una forma universal el acompañar los golpes de raqueta con una sonido gutural que puede tener reminiscencias orgásmicas, o al menos de su representación mediática, es decir de esos gruñidos, gritos o rebuznos placenteros que se escuchan por la tele o por el patio de vecindad.

Debe existir una teoría filosófica, metabólica, de orientación taoísta o de expresión netamente gimnástica en la que se basan estos sonidos, estas voces, que no son otra cosa que la expulsión de un aire que culmina un esfuerzo, una suerte de mantra impulsivo que parece surgir del gozo más que del bazo, que se guía más por el diafragma que por la musculatura del brazo. Es una constante, una música de fondo, un ritual, un juego de voces de reclamo para serie calentita.

Otra de las modas recientes es tener imágenes y sonidos de los coches del campeonato del mundo de rallyes, una cámara frontal, en donde se ven los movimientos de las manos del conductor y la rapsodia del copiloto, el que va nombrando curvas, acelerones, contra curvas y baches. Son una voces metalizadas que pronuncian sonidos y palabras codificadas y que poco ayudan al espectáculo, a no ser que sea cuando sucede algún percance, y entonces se dejan de hablar en morse y gritan con palabras soeces totalmente descifradas, entendible en la primera instancia. Pero gritan. La característica más reseñable es que se gritan aunque estén a un palmo el uno del otro. Gritos matizados.

No gritan en los coches de Fórmula 1. Bueno, a veces, también, pero en inglés, que puede ser más fino. Lo que sí nos ofrecen en las retransmisiones son conexiones con las conversaciones internas entre los corredores y sus ingenieros y patrones. Obviamente nos pinchan los momentos que le da la gana a quien lo controla, pero son otras voces deportivas que se acumulan a las que nos deparan los deportes mayoritarios, o en el mismo remo, o incluso en la pelota. Deporte oral.

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