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Como Santo Tomás, ver para creer

Imanol INTZIARTE

La historia se repite. Llegan los dos primeros domingos de setiembre y queda en evidencia que la trainera donostiarra de turno -últimamente Arraun Lagunak- está deportivamente a años luz del resto de participantes. No se trata de criticar a los integrantes de la embarcación, que entrenan muchos meses y se dejan la piel. Pero, lo digo como donostiarra que ya suma unos cuantos lustros yendo a La Concha, los comentarios al término de la prueba son de este pelo: «Los de Donosti estaban dando la ciaboga cuando el resto llegaba».

Es una exageración, sí, pero la expresión que más se utiliza entre el público, aunque sea injusta hacia los deportistas, es «hacer el ridículo». Con estos mimbres, cada año aparece sobre la mesa el tema de una única trainera donostiarra para al menos dar guerra -Odón Elorza habla de representar a la ciudad «con gran dignidad»- al resto de embarcaciones.

Más que un acudir a La Concha por afición, lo hago por tradición. Por tanto, mis conocimientos sobre el mundillo del remo son escasos, y sobre sus interioridades, nulos. Así que no puedo opinar sobre los motivos que han causado el fracaso de esta iniciativa en ocasiones anteriores, aunque la versión más extendida habla de luchas de egos y personalismos. Hagamos votos para que todo quede claro desde el principio y no se dejen resquicios a las diferentes interpretaciones. Hay que tener clara la meta y los pasos a dar para llegar a ella.

Escarmentado ya de este globo que, tan rápido como se hincha cada setiembre, se deshincha en los meses posteriores, me aplico la máxima de Santo Tomás cuando dijo aquéllo de «ver para creer». Ojalá ésta sea la buena, pero más vale esperar a que el bote esté sobre el agua en el arranque de la próxima temporada. Si todo va bien, con el paso de los años, puede que la afición donostiarra vaya cambiando su vestimenta amarilla, verde, morada, rosa... por los colores de la trainera local.

Y cambiando de tema, una pregunta: ¿Por qué el fax del Ayuntamiento, datado el martes 4 y que llegó a algunos medios la tarde de ese mismo día, llega a este diario -y a otros medios- en la mañana del día siguiente? Como no suelo dudar de la buena fe de las personas, estoy seguro de que se ha tratado de un error involuntario achacable a la máquina. Lo digo para que la revise algún técnico.

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