El huracán Félix, que el martes entró en Nicaragua como ciclón de categoría cinco en la escala Saffir Simpson con vientos de hasta 260 kilómetros por hora, se debilitó en la madrugada de ayer al tocar tierra sobre las montañas centroamericanas y pasó a ser una depresión tropical, aunque el riesgo de inundaciones y corrimientos de tierra debido a las intensas lluvias se mantiene no sólo en Nicaragua, sino también en El Salvador y Honduras.

A su paso por Nicaragua dejó cuatro muertos, 40.000 damnificados y 5.000 viviendas destruidas, lo que llevó a su presidente, Daniel Ortega, a solicitar ayuda internacional. Además, en Honduras el huracán Félix provocó la desaparición de una persona y daños materiales «menores», según fuentes oficiales.

En El Salvador se mantenía ayer la «alerta naranja» debido a la amenaza de lluvias torrenciales, al igual que en México, que continuaba en «alerta amarilla en fase de alejamiento».

Por lo que respecta a la tormenta tropical Henriette, que el fin de semana dejó seis muertos en Acapulco y uno más en Chiapas, avanzaba ayer convertido en huracán por el noroeste del país, a través del Golfo de California, y amenazaba el sur del Estado de Sonora, tras dejar atrás la península de Baja California, donde hubo desalojos e interrupciones en el suministro eléctrico.

«Fuerte» peligrosidad

En el último boletín emitido por el Servicio de Meteorológico Nacional (SMN) mexicano, se señala que el índice de peligrosidad por por el huracán sigue siendo «fuerte».

El SMN mantenía dos zonas en alerta, una entre La Paz y Loreto, en Baja California Sur, y otra entre Topolobampo y Bahía Kiro, en Sonora, donde se esperaba el embate de Henriette ayer. El huracán se desplazaba a 20 kilómetros por hora hacia el norte acompañado de vientos sostenidos de 120 kilómetros por hora y rachas de hasta 150 kilómetros por hora, y tiene todavía potencial para causar lluvias intensas de mas de cien litros por metro cuadrado.