CRÓNICA | FIRA DE TEATRE AL CARRER DE TÀRREGA
El festival echa a andar con discursos horizontales e inauguración vertical
El acto oficial que da «por inaugurada» la Fira de Tàrrega se ha ido convirtiendo año tras año en un lugar donde los responsables de las instituciones que patrocinan mayoritariamente la ce- lebración de la misma van adquiriendo un rango político de mayor trayecto horizontal.
Carlos GIL crítico
No se refieren solamente al evento que se inicia sino a la política del departamento, por lo que acostumbra a ser un lugar donde algunas frases contienen mensajes para el posterior desarrollo de las políticas. El tripartito catalán anunció grandes proyectos para el futuro. El tono siempre es de complacencia y con ribetes de propaganda. La realidad es bastante más terca. Pero igualmente ilusionante. Tanto el alcalde de la ciudad, como los representantes de la Diputación de Lleida, el Gobierno catalán o el Gobierno español, a través del recién nombrado director del INAEM que demostró su bisoñez en el cargo, animaron a la concurrencia a disfrutar de cuatro días de locura teatral.
Un inicio sin emoción
Y la realidad artística se concentró en el estreno del espectáculo inaugural, que corrió a cargo de la compañía Deambulants con su trabajo titulado «TIR», que presenta como primer impacto una descomunal pared formada por contenedores comerciales, de los que pueblan los muelles de los peritos, y por el que se deslizaban los actores-bailarines-escaladores, en una propuesta que, además de ese primer impacto visual, por lo monumental, se agotó a los diez minutos en los que parece ser se acabaron las posibilidades de movimientos imaginativos. Esto dio paso a una sucesión de subidas y bajadas, de los cuerpos suspendidos en cuerdas, de balanceos reiterados, de movimientos de cajas de cartón, acompañados por una banda musical que, si bien ayudaba a mover el cuerpo de los asistentes, no parecía tener la misma repercusión en el cuerpo de los actuantes que seguían con sus reiteraciones y movimientos limitados a dos o tres posibilidades, lo que fue congelando el ánimo, haciendo desistir a muchos asistentes, y produciendo una extraña sensación de tedio ante tanta verticalidad, tantos medios y tan mal aprovechados. Fue un espectáculo falto de ritmo interno y excesivamente preocupado por crear unas imágenes que no transmitían absolutamente ningún tipo de emoción o sensación. Así, fueron pasando los minutos, escuchando músicas rítmicas, cancioncillas, viendo los movimientos encadenados sin mucho sentido y esperando el efecto final, que no llegó, porque si sosa fue la presentación y nudo, más ridículo fue el desenlace. Un petardito. Y se acabó.
Pero en esta Feria de un desamor se puede entrar a una pasión. O viceversa. Y, así, pudimos ver inmediatamente después a los franceses de la Compagnie Philippe Car, que nos contaron, con mucha ternura, «La historia de amor de Romeo y Julieta», con la actuación estelar, brillante y llena de matices de Valérie Bournet, interpretando a todos los personajes además del narrador, acompañada por dos músicos que le ayudan en al manipulación de objetos y marionetas.
Un trabajo delicado, expresado en un castellano que le producía lógico retrasos en su ritmo de dicción, pero que contenía muchas bondades dramatúrgicas, estéticas, y descubre a una gran actriz, plena de sensibilidad, fino humor y buen trato con el tempo teatral y con las relaciones directas con los espectadores.
Así, terminamos la primera jornada, preparándonos para la que mañana narraremos escuchando en el espacio dedicado al esparcimiento para los acreditados de la feria a una banda en directo con músicas de los años cuarenta y saludando a toda la extensa delegación vasca, que es tan nutrida y visible en estos lugares.