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Análisis |la amenaza contra irán

Los tambores de guerra de Washington suenan otra vez

 «La propuesta de declarar `organización terrorista' a los Guardianes de la Revolución, el secuestro de diplomáticos iraníes en Irak o las sumas de ayuda militar a países como Arabia Saudí, Egipto o Israel, son señales inequívocas de que los tambores de guerra suenan en Washington».

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«Los intereses económicos y militares, el intento de desviar la atención del fracaso en Irak y el mismo camino que parece presentarse en Afganistán» son, según subraya el autor del análisis, «los motores de la estrategia provocativa» puesta en marcha por Estados Unidos.

Txente REKONDO Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Los fracasos de la política neoconservadora en Afganistán e Irak no han sido suficientes para que ese grupo de ideólogos que desde hace años mueve los hilos de la política exterior de EEUU siga con sus planes para lanzar un ataque contra Irán, dentro de su estrategia de control del mundo y de las riquezas del mismo.

Hace meses que circulan por diferentes medios y grupos de presión algunas noticias que indican que desde la Casa Blanca se estaría preparando algún tipo de ataque contra Teherán, que contaría con el apoyo del gobierno sionista de Israel.

Muchos analistas coinciden en señalar la locura que representaría un eventual ataque, remarcando no sólo las dificultades que entrañaría el mismo sino también la respuesta militar que sin duda lanzaría Irán.

Una vez más, el estratega principal sería el vicepresidente Dick Cheney, desde cuya oficina se habrían dado ya instrucciones muy precisas para lanzar una campaña dirigida a preparar a la ciudadanía ante una agresión militar contra Irán. En la misma estarían colaborando el Instituto de Empresa Americano (AEI), el diario «Wall Street», el Weekly Standard y la cadena de televisión Fox, entre otros.

Detrás del escenario público se estaría preparando esa campaña barajando varias opciones, desde un ataque masivo con intervención terrestre incluido (cuyo resultado en Irak y Afganistán ha sido desastroso) o uno selectivo contra instalaciones militares y nucleares iraníes.

La estrategia se asemeja a los meses previos a la agresión contra Irak, con una sucesión de informaciones falsas que puedan acabar calando entre la población y que ésta (con la colaboración de otros aliados occidentales) acabe accediendo a la locura militarista neoconservadora. Tras el «montaje de pruebas», se aceleraría la campaña mediática contra Irán para dar paso a un ataque «selectivo» contra supuestos campos de entrenamiento de grupos iraquíes en territorio iraní que estarían contando con el apoyo del Gobierno de este país. El objetivo evidente de toda esta campaña es una escalada de provocaciones que sitúe a Irán en una situación de respuesta que sirva, a su vez, de justificación para el ataque a gran escala que tanto desean Cheney y los suyos.

La estrategia de provocación se ha mostrado con mayor claridad estas últimas semanas. En primer lugar, está la aparición en escena del senador Joe Lieberman apoyando la estrategia de Cheney y ligando la actual situación a la supuesta intervención de Irán en Irak. Unos días más tarde, el portavoz militar estadounidense en Irak dijo que había pruebas (aunque nunca las mostró) de esa intervención.

Sin embargo, el mayor impulso a la estrategia neoconservadora ha venido del sillón presidencial de la Casa Blanca y de su nuevo aliado europeo, el presidente francés Nicolas Sarkozy.

En un discurso ante veteranos de la guerra de Vietnam, Bush reforzó la postura agresiva hacia Irán, buscando distraer la atención de su desastre en Irak y culpando de la situación al Gobierno de Teherán.

Buscando un paralelismo con la agresión en Vietnam -que se extendió a Camboya-, se trataría de hacer lo propio en Irak e Irán. Los primeros pasos del guión ya se han dado. Tras las declaraciones políticas y la campaña mediática se han producido hechos concretos.

La propuesta de declarar «organización terrorista» a los Guardianes de la Revolución, el secuestro de diplomáticos iraníes en Irak por parte de militares estadounidenses o las grandes sumas de ayuda militar para países como Arabia Saudí, Egipto o Israel, son señales inequívocas de que los tambores de guerra de Washington suenan otra vez.

A algunos les ha sorprendido la aparición en este guión del presidente francés, que parece dispuesto a ocupar el lugar dejado por Tony Blair tras su dimisión y convertir al Estado francés en un privilegiado aliado de EEUU. El discurso amenazante de Sarkozy contra Irán, avisando de un posible ataque militar si no cierra su programa nuclear debe ser interpretado en esa dirección. Y estas intervenciones se producen cuando la colaboración entre el Gobierno iraní y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) estaría dando sus frutos en aras a lograr un acuerdo a la mal llamada crisis nuclear. Tal vez por eso se hayan producido esas declaraciones belicosas.

En toda esta sucesión de acontecimientos y provocaciones no podemos perder de vista el contexto interno de EEUU, en plena precampaña electoral. Todos los candidatos, tanto republicanos como demócratas, estarían logrando que Irán sea uno de los temas emergentes, y ello será utilizado por los neoconservadores para condicionar la política exterior de Washington y, tal vez, para iniciar una nueva aventura bélica con trágicas consecuencias para la mayor parte de la humanidad, pero con grandes beneficios económicos para sus precursores.

Los intereses económicos y militares, adornados de un discurso ideológico, los intentos de desviar la atención del sonoro fracaso que representa la ocupación de Irak, y el mismo camino que parece presentarse ante la situación afgana, son los motores de esta estrategia provocativa que han puesto en marcha los dirigentes políticos de EEUU.

Aún es pronto para conocer si llevarán hasta el final sus pretensiones, pero podemos esperar cualquier cosa de esos estrategas neoconservadores, y si finalmente se produce la agresión contra Irán, el mundo se encontrará en una situación que nos acercará más a una inseguridad a escala mundial no conocida hasta la fecha.

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