Rebeka CALVO

En el viaje anterior quiso llegar a África, para completar así su viaje «Los cinco continentes a través de la música», pero la burocracia en Libia se lo impidió. Ahora, el navarro José Eladio Santacara vuelve a la carga y ya tiene todo listo para terminar el trabajo que comenzó hace unos cinco años. En octubre partirá hacia África, el último de los continentes que le queda por visitar y cuna de muchas de las músicas que ha ido recopilando.

«Durante el anterior viaje me encontré con muchas curiosidades y pude ver cómo la música negra ha calado hondo en muchos países. Por ejemplo, me llamó mucho la atención el caso de Uruguay. En este país, la población negra no llega ni a los 50.000, mientras que los blancos son casi tres millones de personas; sin embargo, la música de los negros, el Candombe, que es una música de percusión con tres tambores, es la música oficial del país. Un blanco uruguayo me dijo una vez que cuando oía el Candombe le subía algo muy especial por la sangre; esta música está asumida totalmente y ha conseguido penetrar en el alma del resto de la población», explica Santacara.

El caso de Bolivia es parecido: «En Bolivia parece que no hay población negra, pero sí que la hay, tienen las Morenadas que es música negra, de los esclavos. Con este tipo de música, además, bailan como arrastrando los pies, legado de cómo los esclavos debían bailar esta música con los pies encadenados, y arrastrándolos».

La música como hilo conductor

En todos los países por donde ha andado este viajero ha ido con la música por bandera: «Ya había hecho viajes antes, pero quería darle un contenido a todo esto. Al ser músico, decidí hacerlo así. Para mí la música ha sido el hilo conductor, a través de la música he ido uniendo todos los viajes que he realizado», explica. El navarro ha ido buscando la música «allá donde estuviese»; en la calle, en bodas, en festivales... «Este era mi primer objetivo, después de llegar a este punto es cuando llegaba todo lo demás», añade.

Santacara, un viajero empedernido, no sabe cuánto tiempo le llevará el recorrido por el continente africano exactamente, pero sí cómo y dónde empezará el viaje. Respecto a la primera cuestión, la respuesta es muy clara: «En Carcastillo, mi pueblo, y con la furgoneta Ibiletxe, la acordeón, el txistu y el trombón».

El recorrido por África también lo tiene bastante claro. «Bajaré por Marruecos por toda la costa Oeste, me meteré incluso por Mali y a lo mejor hasta por Niger por hacer alguna expedición por el Sáhara, y luego volveré para atrás, a Senegal, pasaré por Burkina Faso y ya en Costa de Marfil, donde tengo algunos contactos, veré qué hacer», explica. Una vez en Costa de Marfil, Santacara deberá optar por seguir por la costa para bajar hasta Camerún o hacerlo por el interior. Ya que, el principal problema con el que se encontrará en este recorrido serán la falta de infraestructuras. «Me tocará época de lluvias y donde no hay carreteras asfaltadas el problema será el barrizal con el que me encontraré, que ni para un 4x4, y yo voy con la furgoneta Ibiletxe», señala.

El objetivo de Santacara es llegar, opte por el camino que opte, a Etiopía «donde hay de todo, y también a Sudán, sin tocar Darfur, ya que me quedaría hacia el Este. Luego Jartum, la capital, y allí ya remontar a Egipto». Para el viajero lo fundamental en cualquier aventura de este tipo es «meterse en el viaje». «Yo tuve 49 nacionalidades en el anterior viaje, era medio nicaragüense o medio indio... y peleé por un céntimo como lo peleaba cualquiera. Lo esencial es meterte en la idiosincrasia de cada país o lugar al que voy, ver cómo funcionan y cómo son, y claro, la música en este sentido puede ser un buen argumento. La música es un idioma universal y cuando no puedes comunicarte por signos lo puedes hacer por medio de la música, como ya me ha tocado en otras ocasiones».

Santacara tiene muy claro que el viaje por el continente africano no será fácil, no sólo por la época de lluvias, la malaria o las situaciones políticas cambiantes en algunos lugares por los que pasará, sino por «lo duro de ver según qué situaciones». «Supongo que en algunos sitios de África podré ver algo parecido a lo que vi en India. Fue un shock. Ver la finura de sus danzas y movimientos y ver justo al lado cómo la gente lo hace todo en la calle; duerme, come, hace sus necesidades, pasa muchísima hambre... es muy duro. Pero hay que verlo, creo que es necesario», señala.