La temporada 2007-2008 de ópera de Bilbo comenzará el próximo sábado con un programa doble en el que, por primer vez en la historia de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), se inicia el curso con dos títulos modernos como son «El Castillo de Barba Azul», de Bela Bartok, y «Elektra», de Richard Strauss. Se trata, según explicó el director artístico de la ABAO, Jon Paul Laka, en conferencia de prensa, de dos obras de principios del siglo XX en las que se abordan asuntos que aún preocupan a la sociedad actual como son las relaciones destructivas de pareja, en el caso de «Barba Azul", y el efecto de la violencia en la infancia, en el de «Elektra». La sesión doble del sábado, que se repetirá los días 25 y 28 de septiembre y 1 de octubre, dará comienzo con la puesta en escena de la única ópera que escribió el autor húngaro, «El castillo de Barba Azul», en la que se producirá un duelo interpretativo entre la mezzosoprano húngara Ildiko Kolmosi, quien debuta en Bilbo con el papel de Judith, y el bajo norteamericano Alan Held. En los 55 minutos que dura la representación producida por la ABAO, el director de escena polaco Michael Znaniecki lleva al terreno del psicoanálisis sobre las relaciones de pareja el cuento infantil del mismo título que escribió el francés Charles Perrault.

Tras un descanso, se representará «Elektra», basada en la tragedia del mismo nombre del dramaturgo griego del siglo V antes de Cristo, Sófocles, y que narra la historia de la hija del rey Agamenón, quien, tras presenciar el asesinato de su padre a manos de Egisto, amante de su madre Clitemnestra, a su vuelta de la guerra contra Troya, no descansa hasta matar al verdugo de su progenitor.

La puesta en escena de esta obra, que cuenta en sus principales papeles con Janice Baird (Electra), Angela Denike (Crisothemis, la hermana de Electra), Reinhild Runkel (Clitemnestra) y David Kuebler (quien debuta en Bilbo en el papel de Egisto), corre a cargo del director alemán Peter Konwitschny, quien también trabaja por primera vez en un montaje para la ABAO.

Konwitschny, quien señaló que no concibe la ópera sólo como entretenimiento despojada de su función social, explicó que la obra de Strauss, de una gran exigencia vocal y física para los intérpretes, sobre todo los femeninos, relata «lo que ocurre a un ser humano cuando presencia tanta violencia, como la muerte de un padre, en su infancia». Manifestó que su trabajo como director de escena consiste «en transmitir este mensaje al espectador. En mostrarle -explicó- cómo la violencia que se ve en los grandes mitos griegos, en los que se sigue basando nuestra civilización, tienen consecuencias para todos nosotros». «Pretendo también -agregó-, poner en evidencia que ningún acto de violencia que se haya producido en la historia ha servido para avanzar».