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Sarkozy lanza su propuesta de reforma de los regímenes especiales de jubilación

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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció ayer que ha pedido al Ejecutivo «reformar sin demora» los regímenes especiales de la jubilación que, según sugirió, verán prolongados sus períodos de cotización.

En un discurso muy esperado ante el Senado, Sarkozy dio el pistoletazo de salida a la reforma y propuso «un nuevo contrato social» porque el actual sistema «no es defendible financieramente».

Al igual que lo hiciera el anterior Gobierno cuando avaló contratos que permitían el despido de los trabajadores sin alegar razones o cuando desdibujó las 35 horas semanales, apeló «al trabajo, el mérito y la igualdad de oportunidades» para modificar una organización social que «produce más injusticia que de justicia». Sostuvo, en este contexto, que «el sistema no es defendible financieramente, desalienta el trabajo (...), no garantiza la igualdad de oportunidades».

Anunció que el ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, entablará a partir de hoy contactos con «todos los protagonistas interesados» y que «todos los temas, digo bien todos, estarán sobre la mesa».

Explicó que se trata de «al menos, armonizar los regímenes especiales con el de la función pública». Tras indicar que es cuestión de «equidad», precisó que cada regímen mantendrá elementos específicos.

Los regímenes especiales, que en algunos casos datan de varios siglos, tienen una serie de características que toman en cuenta la peligrosidad o de las especificidades de profesiones muy diferentes: mineros, marineros, ferroviarios, empleados de las industrias eléctricas, gaseras. Los parlamentarios también tienen un régimen especial de jubilación, al igual que los clérigos, notarios, bailarines de la Ópera de París o los protagonistas de la Comedia francesa. Estos regímenes permiten dejar de trabajar antes que otros asalariados, a veces a partir de los 50 años. Representan un coste para el Estado de cerca de cinco mil millones de euros al año.

Durante su intervención, el presidente francés avanzó que busca concluir durante el primer semestre de 2008 esta reforma, varias veces rechazada, en particular, en 1995 después de manifestaciones masivas de protesta.

35 horas

Sarkozy lanzó, además, su intención de «flexibilizar» la ley de 35 horas de trabajo semanal. Anunció que contactarán «muy rápidamente con los interlocutores sociales» para abordar estas cuestión.

Las primeras reacciones de los sindicatos a este discurso de Sarkozy no se hicieron esperar.

Así, el sindicato CGT consideró que «va a ser necesario pensar en la movilización de los asalariados», mientras que CFDT denunció un calendario de reformas «imposible de tenerse», manifestándose al mismo tiempo listo «para reflexionar» sobre una armonización de sistemas de jubilación.

La comparecencia ante el Senado continuará hoy y Sarkozy se pronunciará sobre el futuro de la función pública.

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