Serbia se escora hacia Rusia por su apoyo en el boicot al futuro de Kosovo
Serbia está profundizando en sus lazos con Moscú a cambio del apoyo de Rusia a su boicot a las negociaciones sobre el futuro estatus independiente de Kosovo. Esta tendencia refleja el dilema de un país que oficialmente sitúa la integración en la UE como prioridad estratégica.
GARA |
El veto de Rusia en la ONU a toda resolución sobre el futuro kosovar ha colmado todas las expectativas de los dirigentes serbios que, como el primer ministro, el unionista Vojislav Kostunica, se deshace en agradecimientos a Moscú.
Más allá de las palabras, Serbia, implicada en importantes proyectos de privatización exigidos por Occidente, ha abierto sus puertas a los inversores rusos que son bienvenidos en Belgrado. «Serbia era una zona prohibida a los rusos al inicio de la transición del país (a la economía neoliberal), pero las cosas han cambiado», constata el redactor jefe de la revista «Ekonomist», Misa Brkic.
Cada vez más presentes en Serbia, las compañías rusas han asomado la cabeza en antiguas firmas emblemáticas de la economía serbia, como la petrolera NIS y la compañía aérea JAT. En diciembre pasado, Kostunica firmó con el presidente ruso, Vladimir Putin, una carta de intenciones para la construcción de un gasoducto que atraviese Serbia. El primer ministro se encontró recientemente con el magnate ruso del aluminio, Oleg Deripaska, con motivo de un concurso para privatizar la fábrica de cobre de Bor (este).
«En cierta manera, Rusia debería ser para nosotros en los próximos años el primus inter pares», ha señalado recientemente el viceprimer ministro, Bozidar Djelic. Al contrario de Kostunica, panserbio y adalid de la iglesia ortodoxa; Djelic está considerado como un reformador pro-europeo, como el mismo presidente, Boris Tadic.
Tadic reiteró ayer que Serbia considera una prioridad estratégica su acercamiento a la UE. Pero el proceso está congelado a instancias del TPIY, que no tiene aún en sus manos a los criminales de guerra presuntos Ratko Mladic y Radovan Karadzic.
El hecho de que, según el plan de la ONU, la OTAN seguiría en Kosovo tras la definición de su nuevo estatus genera a su vez recelo en Belgrado.
Kostunica se ha mostrado en contra de la entrada de Serbia en la Alianza, pese a que ya es miembro de la Asociación por la Paz de la OTAN.
Posicionamiento que ha regalado los oídos de Rusia, que se considera el objetivo de la ampliación aliada al este.
No faltan críticos a este acercamiento. «El futuro de Serbia es la integración euro-atlántica, no Rusia o Bielorrusia, en el Tercer Mundo», asegura Miroslav Prokopijevic, analista del Instituto de Estudios Europeos.
Salvando las distancias, la situación recuerda a la Yugoslavia de Tito y su posición de equilibrio en la Guerra Fría.
Sin obviar lo absurdo de cualquier comparación histórica, la situación de una Serbia oscilando entre el este y el oeste trae a la memoria a la Yugoslavia de Tito, que preservó un equilibrio frente a EEUU y la URSS en la Guerra Fría.