El cuarto y último largometraje de Icíar Bollaín, «Mataharis», se centra en la «confianza y en la importancia que le damos al saber», explicó la directora. Las encargadas de transmitir el mensaje son tres mujeres, Inés, Eva y Carmen, interpretadas por las actrices María Vázquez, Najwa Nimri y Nuria González, respectivamente.

La directora madrileña compite por la Concha de Oro con esta historia que tiene por protagonistas a tres detectives privados que tratan de conciliar la vida familiar con la laboral, cada una bajo sus circunstancias personales.

Carmen ha dejado de comunicarse en todos los sentidos con su marido; a Eva le cuesta conciliar el trabajo con sus dos hijos, y su matrimonio además, sufre un desgaste de la convivencia, a la que se le suma la desconfianza al descubrirse un secreto. Inés, sumergida de lleno en el mundo sindical por un caso que le toca llevar, se planteará si todo vale o no en el trabajo. Nawja Nimri aclaró, en este sentido, que la película «habla sobre las tres fases del amor; el principio, el momento en que se afianza una relación y el desamor». Fases que encarnan cada una de las protagonistas. En cuanto a su personaje, Eva, la actriz de Algorta explicó que se le plantea el problema de la confianza, «el tenerla o no, que es al fin y al cabo una decisión».

La directora aclaró que no se trata de grandes heroínas, sino de mujeres comunes y corrientes, retazos de la realidad. «Quería retratar la realidad. La verdad es que no me lo propongo, pero supongo que la calle me tira. En el cine se espera que se hable de grandes temas, pero el del pañal también lo es. Lo cuento de manera realista porque es lo que quería ver como espectador -dijo-. Son mataharis de andar por casa. El título tiene mucha ironía», añadió en relación al título de la película. Bollaín continúa, por tanto, narrando historias cercanas y urbanas, tal y como hizo en títulos anteriores; «Hola ¿estás sola?», «Flores de otro mundo» y «Te doy mis ojos». En este sentido, la directora fue preguntada por la similitud de sus trabajos con los del británico Ken Loach, heredero del realismo social británico y del cine social, con quien trabajó en el rodaje de «Tierra y libertad» en 1994. «Ken Loach y yo coincidimos en que hacemos cine realista y en que hacemos un rodaje lo más despejado posible de aparatosidad técnica para dejar trabajar a los actores. Sin embargo, yo soy una pesada con los actores y él no. A él, además, le preocupa más el factor político, aquellos que mueven los hilos. A mí me gusta ver en pantalla eso que nadie saca, lo que veo en la calle», respondió.

Música de Lucio Godoy

En la cinta también cobra importancia la música de Lucio Godoy. «La música es como la narradora de la película», explicó la realizadora. «El trabajo de Godoy es una maravilla. La película cuenta con mucho diálogo y es muy urbana, con mucho ruido tanto auditivo como visual. Expresar con la música el mundo interior de los personajes es difícil pero lo ha conseguido», añadió. El cantautor y rockero Rosendo, además, también realizó un pequeño cameo. «Todo transcurre en Madrid y no hay nada más madrileño que Rosendo», apuntó Bollaín.

En cuanto a la causa por la que la madrileña eligió la profesión de detective para las protagonistas, explicó que le ayudaba a hablar de manera más amplia del tema y que quería sacar los problemas reflejados «fuera de las paredes de casa».

La lucidez y minuciosidad con la que deben llevar sus casos choca con sus vidas diarias, en las que desconocen lo que pasa realmente.

Tanto las protagonistas, como la directora mantuvieron entrevistas con detectives privados para entender y poder dar forma a los personajes.