Es prodigioso el partido que Icíar Bollaín le ha sacado a un argumento que sobre el papel no decía mucho, porque una historia detectivesca de lo cotidiano, sin suspense ni acción, no parece lo más prometedor para el espectador que desconozca el cine de la autora de «Te doy mis ojos». A veces de un tema en apariencia trivial es de donde surgen las películas importantes, y eso que en sus tres anteriores largometrajes había abordado temas seguramente de mayor calado, aunque ninguno de ellos alcanza la madurez y plenitud narrativas de «Mataharis». El secreto está en que la condición de investigadoras privadas de las tres protagonistas permite definir la observación como una cualidad femenina, por tratarse de un oficio que sirve de prolongación al que la propia Icíar Bollain practica tras la cámara.

En definitiva, lo que interesa es que estas mujeres son detallistas al máximo, tanto como para que nada les pase inadvertido, y de la misma manera que escudriñan en las vidas ajenas como parte de su trabajo, cuando llegan a casa siguen con el detector de mentiras conectado y sus parejas no las pueden engañar.

Resulta complicado evaluar las interpretaciones de María Vazquez, Najwa Nimri y Nuria González, ya que las tres componen unos personajes que deben ser confluyentes entre sí, pero que responden a singularidades y a acentuadas diferencias de carácter.

María hace de chica idealista, con unos valores éticos que van parejos a su enorme capacidad de entrega. Le parece emocionante espiar a los demás, hasta que descubre injusticias ante las que no está dispuesta a cerrar los ojos, así que se niega a pasar información a los dueños de una multinacional sobre los agitadores sindicalistas, máxime cuando se ha enamorado de uno de ellos. Najwa es para el padre de sus hijos una «superwoman», debido a su empeño en volver a la actividad laboral tras la baja por maternidad. En realidad no deja de ser una mujer inquieta a la que le gusta llegar al fondo de las cosas, y por ahí es donde la actriz conecta con la sensibilidad de esa madre trabajadora.

Nuria encarna a la experimentada del trío, la que ha tenido que desarrollar un sentido práctico para encajar lo que el espejo refleja con el desgaste de los años. Ha visto demasiado y ha aguantado humillantes silencios, para acabar hablándoles a las plantas mientras las riega. Lo justo es que de llevase el premio interpretativo se lo repartan.