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La mitad de los 7.000 idiomas del mundo corren el riesgo de perderse

Desde Alaska a Australia, miles de idiomas corren peligro de perderse. Un nuevo estudio que será publicado por National Geographic News en octubre revela que la mitad de los 6.992 idiomas conocidos en todo el planeta afrontan un serio peligro de extinción.

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Joseba VIVANCO

Yang Huanyi murió en setiembre de 2004 cuando contaba más de noventa años de edad, y con ella se llevó el único idioma en el mundo hablado sólo por mujeres. Era la última conocedora del nushu, un idioma del sur de China, que durante al menos 400 años sirvió como lenguaje para las mujeres que querían compartir sus secretos con sus hermanas y amigas, a salvo de los oídos indiscretos de los hombres. Como el nushu, se calcula que por lo menos la mitad de las 7.000 lenguas en el mundo están bajo el riesgo de extinción.

«El vasco se conoce por no tener relación con ningún otro idioma del mundo. Pues bien, en Bolivia, hay siete tipos distintos de lenguas como el vasco», ha puesto a modo de ejemplo de esta delicada situación David Harrison, del Living Tongues Institute for Endangered Languages (Instituto de Lenguas Vivas para los Idiomas en Peligro), con sede en Oregón, Estados Unidos. Esta institución acaba de hacer público un estudio que pone de relieve panoramas como el de la región andina. «Bolivia tiene el doble de diversidad lingüística que toda Europa, ya que cuenta con 37 lenguas y ocho familias lingüísticas, que son las mismas que hay en todo el continente europeo», ha añadido.

De acuerdo a la investigación, hay otras cuatro zonas donde la riqueza lingüística también podría perderse a lo largo del presente siglo: Siberia Oriental, el norte de Australia, el sureste de Estados Unidos y, también en ese país, la meseta noroeste del Pacífico. «El 80% de la población mundial habla 83 grandes idiomas, mientras que existen 300.000 pequeñas lenguas que sólo las utiliza el 0,2%», dijo Harrison desde la sede de National Geographic en Washington, que ha divulgado la investigación.

Según el informe, titulado ``Enduring voices'' (www.languagehotspots.org), más de la mitad de las lenguas habladas en el mundo no están documentadas por escrito, motivo que hace que un idioma se extinga cada dos semanas, al desaparecer su último hablante. El científico estadounidense atribuyó a la globalización la responsabilidad por la muerte de muchas lenguas.

Entre las regiones más delicadas está Sudamérica. Los idiomas sudamericanos que corren mayor peligro son el vilela, que sólo lo hablan dos personas en Argentina, y el ofayé, que tiene unos 20 hablantes en Brasil. Otras lenguas que podrían desaparecer pronto en Brasil son el guató (50 hablantes), el krenak (80), el kabixi (100), el xokleng (250) y el maxakalí (750).

También podrían extinguirse dos idiomas que se hablan en Paraguay, Argentina y Bolivia: el tapieté de la familia lingüística tupi-guaraní, hablado por unas 200 personas, y el iyo'wujwa chorote de la familia matacoán, que tiene cerca de 800 hablantes.

Los lingüistas también sostuvieron que otra región, Australia, alberga algunas de las lenguas bajo mayor peligro, con un total de 153 idiomas diferentes hablados en la región norte del país. «Los idiomas desaparecen cuando una comunidad decide que su lengua es un impedimento social o económico y los niños son especialmente sensibles a esto», ha defendido este investigador. «Los idiomas desaparecen cuando una comunidad decide que su lengua es un impedimento social o económico y los niños son especialmente sensibles a esto», ha agregado.

Ejemplos para la esperanza

De cualquier modo, algunos ejemplos de recuperación son alentadores Hace unos meses se anunció que, a partir del próximo año, en todas las escuelas primarias públicas de la capital mexicana y como parte de su programa de estudios, los estudiantes tendrán que aprender náhuatl, el idioma que hablaban los antepasados aztecas que fundaron la Ciudad de México antes de la conquista española en el siglo XVI.

También hace un par de años se supo que el nuuchahnult, idioma que sólo hablan un puñado de descendientes de nativos americanos en la isla canadiense de Vancouver, tendrá su propio diccionario tras cinco mil años de existencia. O el caso del tamazight, idioma hablado por los bereberes de la Kabilia, la principal minoría étnica de Argelia, que recibió en 2002 el reconocimiento oficial por parte del estado. En 2003, también, el Congreso de Guatemala aprobó una ley que permitirá a los indígenas maya recibir servicios básicos en su propia lengua.

«Ilunga», la palabra más difícil de traducir

La palabra más difícil de traducir en el mundo es aparentemente «ilunga», del idioma tshiluba, que se habla en la región suroriental de la República Democrática del Congo, según un curioso estudio hecho en su día por un millar de lingüistas. Significa «una persona que está dispuesta a perdonar cualquier abuso la primera vez, a tolerarlo la segunda, pero nunca la tercera». En segundo lugar quedó «shlimazl», que quiere decir «una persona que tiene una mala suerte crónica», en yiddish, el idioma que hablan muchos judíos en Europa y Estados Unidos. La tercera palabra más difícil fue «naa», que se utiliza en la región de Kansai, en Japón, para dar énfasis a afirmaciones o expresar que se está de acuerdo con alguien. Aunque cabe preguntarse en qué puesto quedó «googly», término usado en el críquet para indicar «una pelota que se lanza como si fuera hacia el campo opuesto al bateador, pero realmente va hacia la parte del campo a su espalda». J.V.

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