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«El glaciar, más que un simple entorno, es un ser vivo y el protagonista de mi película»»

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PABLÑO CESAR, DIRECTOR DE LA PELICULA «HUNABKÚ»

Nacido en Buenos Aires en 1962, comenzó a hacer cine a los 13 años cuando su hermano mayor le regaló una cámara de super 8mm. Ha dirigido la película «Hunabkú», cuyo estreno mundial ha tenido lugar en el Festival de Biarritz.

¿Qué mensaje ha querido transmitir con su película?

«Hunabkú» es la historia de una familia que se reencuentra con la verdadera realidad de la vida. El padre, un ingeniero que acepta un trabajo en la Patagonia, se va a reencontrar con el verdadero sentido de la vida: montaña, bosque, mar, amor...

¿Qué papel juega en ese reencuentro el entorno?

El glaciar es un espacio donde todo cambia. El glaciar se mueve un metro cada mes. El clima también cambia sin cesar. De pronto, puede entrar viento y hacer un frío tremendo; o después decae el viento y se va el frío. El entorno es una metáfora del cambio que se produce dentro de la película. Podemos decir que el glaciar es más que un entorno, que es como un ser vivo. De hecho, es el protagonista de la película. Mueve a la historia, que a su vez mueve a la cámara.

El niño del ingeniero juega un papel determinante en la historia. ¿Por qué ha decidido transmitir ese cambio desde los ojos de un niño?

El ser humano, a través de la llamada «razón humana», ha tratado de sintetizar la realidad. Las palabras sintetizan aún más esta realidad. Es tal que los adultos no somos capaces de sentir las verdaderas cosas de la vida. ¿Cómo sentimos el agua? ¿Y el viento? Pero el niño no se autocensura de esta manera, sino que pregunta. No se cree que sabe todo. El niño está más capacitado para sentir lo que hay detrás. En contacto con el glaciar es capaz de sentir la fuerza que conlleva la naturaleza. Es capaz de ver más allá de lo que «la razón humana» ha tratado de sintetizar.

¿Cómo se ha desarrollado el rodaje en ese entorno tan difícil ?

Las condiciones del rodaje han afectado a la película, ya que el propio entorno es el protagonista de la historia. Estuvimos cinco semanas en contacto con el glaciar, donde el clima cambia a cada instante. Hemos vivido situaciones extremas, como estar más de ocho horas dentro de una cueva para rodar. El momento en el que Lucas, el niño, se arrojó a las aguas heladas tampoco fue sencillo. No hubo trucos digitales. El niño se arrojó al agua con su ropa y sin un medidas de abrigo especiales. Sentir esa valentía dejó sellado en mí un libro que no se puede escribir ni traducir.

E. Z.

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