Sin lugar a dudas, Julian Schnabel resulta ser uno de los mejores amigos que el festival pudiera tener. No sólo por sus aportaciones artísticas, sino por «todo» lo demás. Y por si fuera poco, este año, Schnabel ha traído consigo un regalo; una película maravillosa. Hoy, mientras comíamos cerca del artista y de su colega Lou Reed en el hotel María Cristina, discutíamos acerca de lo «grande» que ha resultado ser su largometraje. Entre otras observaciones, la palabra «emocionante» salía a colación. Emocionante es el término que mejor define a la cinta merecedora del premio al mejor director en Cannes. Basada en una adaptación de la novela que escribiera el periodista Jean-Dominique Bauby después de padecer una embolia cerebral, «Le scaphandre et le papillon» es una preciosista película experimental que nos habla de lo efimero de la existencia. Enteramente paralizado y sin poder hablar, el antiguo redactor de la revista «Elle» dictó con ayuda de las pulsaciones de su párpado izquierdo un cuaderno de viaje que se publicó algunas semanas después de su muerte en marzo de 1997, a la edad de 44 años. Interpretado por un Mathieu Almaric brillante, Schnabel consigue que todos y cada uno de los detalles que conforman un largometraje resulte perfectamente encajado en el resultado final. Partiendo de una tragedia humana el autor de «Basquiat» encuentra luz dentro de las sombras de la vida dibujando un halo de esperanza allá donde sólo aguarda la muerte. Una obra de arte.