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impacto paisajístico en la reserva natural

Larra muestra las cicatrices del centro de esquí

Hasta hace poco tiempo Larra era una zona casi «intocable». Además de ser una de las mayores extensiones kársticas de todo el Pirineo, es el principal referente de la región alpina de Euskal Herria, con especies de flora y fauna únicas. Las obras del centro de esquí nórdico están transformando ahora su fisonomía. Tendidos eléctricos, pistas, refugios, ampliación de la carretera y barreras anti-aludes y anti-ventiscas están desfigurando este paraje natural.

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Iñaki VIGOR

Con sus 120 kilómetros cuadrados de superficie, Larra es la mayor Reserva Natural de Nafarroa y una de las zonas kársticas más extensas de Europa. La nieve y el agua han modelado allí un paisaje abrupto y resquebrajado. Rocas calizas perforadas por miles de grietas y simas conforman un hábitat singular, donde sólo los pinos negros y los sarrios parecen sentirse a gusto. Esta enorme zona incluye la Reserva Integral de Ukerdi, donde perviven los últimos urogallos y perdices nivales de Euskal Herria. Los grandes valores ecológicos de Larra le hicieron merecedora de la declaración de Reserva Natural, una figura de protección creada precisamente para preservar su biodiversidad. Sin embargo, al comienzo de la pasada legislatura Miguel Sanz anunció que una de las prioridades de su Gobierno iba a ser la creación de un centro de esquí nórdico en esta emblemática zona, para lo que contó con el apoyo de CDN y de la Junta General del Valle de Erronkari. Al igual que años antes habían hecho en la comarca de Itoitz con las Zonas de Especial Protección de las Aves (ZEPAs), UPN y CDN tampoco tuvieron reparo en modificar la Ley de Espacios Naturales de Nafarroa para reducir la franja de protección de la Reserva Natural de Larra y posibilitar la construcción de nuevas pistas y refugios.

Este proyecto fue muy controvertido en su día, pero poco a poco las obras han ido avanzando y en la actualidad casi todo el mundo parece tener asumidos unos impactos paisajísticos que saltan a la vista. Hasta hace poco tiempo, vecinos del Valle de Erronkari solían comentar con cierto orgullo que Larra-Belagua era uno de los pocos valles navarros en los que todavía no se había introducido la electricidad, lo que ayudaba a mantener casi intactos sus valores medioambientales. Hoy en día ya no lo pueden decir. Una de las actuaciones que ha conllevado el proyecto de centro de esquí nórdico ha sido precisamente la construcción de una línea eléctrica procedente de la localidad bearnesa de Arette (Areta). Este tendido eléctrico ha sido introducido a lo largo de varios kilómetros hasta la zona de La Contienda, pero no se descarta que se prolongue hasta El Ferial, donde se está construyendo el centro neurálgico para la práctica de los deportes de nieve.

Algunos vecinos de Izaba recuerdan ahora que los impulsores del centro de esquí nórdico «vendieron» en su día este proyecto diciendo que iba a funcionar con energías renovables y que iba a estar perfectamente integrado en el paisaje. La llegada de la electricidad a estos parajes casi vírgenes ha demostrado que aquellas promesas no se han cumplido. En este pueblo roncalés no es ningún secreto que el propio Miguel Sanz mantuvo varias reuniones con las autoridades de Areta y de Pirineos Atlánticos para hacer posible esta toma eléctrica desde el norte, al otro lado de la muga, ya que resulta mucho más corta que hacerlo desde Izaba.

«Este tendido eléctrico lo han realizado sin seguir el procedimiento reglamentario para informar a la población y posibilitar la presentación de alegaciones. No se han hecho exposiciones públicas ni estudios de impacto ambiental, y lo que nos tememos es que abra las puertas a futuras actuaciones antiecológicas en Larra-Belagua», comenta un vecino de Izaba. No es el único que se opone a este controvertido proyecto, pero existen otros muchos que ven con buenos ojos estas actuaciones, convencidos de que va a ser la panacea que va a revitalizar económicamente la zona. De hecho, el proyecto sigue contando en la actual legislatura con el apoyo de la mayoría de la Corporación municipal de Izaba y de la Junta General del Valle de Erronkari, que fueron sus primeros impulsores.

Sin embargo, algunas de las actuaciones están sorprendiendo, y no precisamente de forma grata, a vecinos que en un principio no eran contrarios al proyecto. Un claro ejemplo es la masiva colocación de barreras anti-aludes y anti-ventiscas en la cara sur del monte Lakora, que han cambiado completamente la fisonomía de este atractivo paraje montañero. Al igual que ocurrió con el tendido eléctrico, estas barreras se han colocado sin previo aviso. Un buen día empezaron a llegar camiones cargados de grandes aspas metálicas, que fueron depositadas a cientos en el aparcamiento del refugio de montaña Angel Oloron. Vecinos y visitantes se preguntaban para qué era todo aquello, hasta que un helicóptero les sacó de dudas. Trasladó todas estas barreras a diversas zonas de la montaña y quedaron ancladas al terreno, en ocasiones mediante hormigón. Así es como la cara sur de Lakora ha quedado «sembrada» de numerosas construcciones metálicas, a pesar de que el único estudio sobre aludes en esta zona sólo recogía un único punto de riesgo.

Quejas de montañeros y ganaderos

Montañeros y ganaderos fueron los más extrañados por estas barreras. Los primeros, por el gran impacto paisajístico causado en la zona, y los segundos porque llevan muchos años solicitando tomas de agua, abrevaderos o barreras para el ganado y la Administración nunca ha atendido sus peticiones. De hecho, el puerto de Belagua todavía no dispone de una sola barrera canadiense que impida a vacas y ovejas desplazarse desde el refugio militar hacia abajo, con el peligro que ello implica para los conductores.

El impacto de estas barreras impulsó a vecinos de Izaba y grupos ecologistas a llevar el caso a la Fiscalía de Medio Ambiente de Nafarroa para que se posicionase en torno a esta «ilegalidad». En un primer momento el fiscal se mostró muy interesado por el caso, pero al poco tiempo comunicó que lo iba a archivar porque no disponía de ningún informe técnico que avalase los impactos que esas barreras tienen para la fauna. Los vecinos le pidieron que encargase ese informe, y la respuesta del fiscal fue que no disponía de presupuesto.

En los últimos días, algunos vecinos de Izaba sensibilizados por el medio ambiente han alertado de otro fuerte impacto paisajístico que también han denunciado grupos ecologistas: las pistas. A lo largo de los últimos meses, las máquinas pesadas han abierto en la zona kárstica próxima a La Contienda «cajas» de varios metros de anchura y cientos de metros de longitud para facilitar la práctica del esquí.

«Es una auténtica bestialidad»

Diego Bueno, concejal de Izaba por la Agrupación Larra, no duda en calificar estas nuevas pistas como «la mayor afección paisajística» que ha sufrido este paraje kárstico en toda su historia. «Los trabajos los está controlando el Departamento de Medio Ambiente y su personal supervisa las obras para que se hagan de acuerdo al proyecto y al estudio de impacto ambiental. La verdad es que lo están haciendo con meticulosidad y que están echando capas de tierra para revegetar los taludes, pero la cuestión es que esto es una auténtica bestialidad. En una zona donde no hay más que pequeños caminos de ovejas, ahora han abierto pistas que tienen la anchura de una carretera. Por mucho que lo revegeten, la cicatriz va a permanecer en esta zona kárstica», advierte otro vecino de Izaba.

Las pistas que causan un mayor impacto visual están en la zona de La Contienda. Un cartel indica que está prohibido el paso en esta zona vallada, pero se puede acceder sin dificultad desde el collado de Ernaz, junto a la Piedra de San Martín. Un rápido descenso por la cara oeste del monte Arlas permite llegar, a través de un hermoso llano herboso, hasta cerca de la curva helicoidal de la carretera conocida como «el escalextric», donde son evidentes las pistas abiertas por la maquinaria en el karst.

Contemplando estas enormes cicatrices, los vecinos de Izaba que en su día se opusieron a este proyecto se muestran todavía más convencidos de que se trata de «una burrada ecológica». Algunos conocen las obras de gran impacto visual y medioambiental que se han realizado en otras zonas del Pirineo, como Baqueira, Formigal o Candanchú, pero recuerdan que las zonas kársticas suelen ser respetadas en este tipo de actuaciones. Esto no ha ocurrido en Larra, donde la práctica del esquí, que apenas dura tres meses al año, parece tener supremacía sobre otro tipo de actividades.

«Ésta es una manera de urbanizar zonas que cuentan con figuras de protección ambiental. A algunos parece no importarles los altos valores ecológicos y paisajísticos que tenemos aquí», lamenta otro vecino de Izaba. A su juicio, en el Valle de Erronkari existen otro tipo de necesidades básicas que no se están atendiendo en absoluto, ni por parte de la Administración de Nafarroa ni por las entidades locales, y pone como ejemplo la ausencia de una residencia de ancianos, pese a que un elevado porcentaje de la población es de edad avanzada.

«En estos últimos años se ha metido en diez kilómetros cuadrados más dinero que en todo el valle a lo largo de su historia», resume este vecino. Según sus estimaciones, en torno al centro de esquí nórdico de Larra-Belagua se han invertido entre 9 y 11 millones de euros, y se pregunta, al igual que otros muchos residentes, si realmente era prioritaria esa inversión cuando «aquí la nieve sólo dura dos o tres meses al año».

«Si ese dinero lo entregan a la Junta General del Valle -añade nuestro interlocutor-, se podrían hacer muchos proyectos para impulsar el desarrollo endógeno, que se han quedado en los cajones por falta de recursos. Toda esa inversión se está concentrando en un desarrollo que no todos lo vemos claro. Si hay nieve, puede venir gente, pero -advierte por su experiencia- también hay que tener en cuenta que las infraestructuras que están construyendo están situadas a 1.600-1.800 metros, y a esta altitud todo se deteriora muchísimo más».

Dos refugios casi en ruinas y otros dos de nueva construccion

Dos claros ejemplos del deterioro que sufren las construcciones a elevada altitud son el refugio militar de Yeguaceros y el refugio de montaña Angel Oloron, situados en los dos mejores parajes de la zona alta de Belagua. En la actualidad, ambos se encuentran casi en estado de ruina. El refugio militar fue construido hace un cuarto de siglo por el Ejército español, imponiendo el criterio de «necesidades de defensa de la nación» por encima del masivo rechazo de la población, entidades locales y organizaciones ecologistas y montañeras. Hoy en día apenas está atendido por media docena de soldados, que se limitan básicamente a labores de mantenimiento y vigilancia. En peor estado se encuentra el histórico refugio de montaña Angel Oloron, que lleva cerrado año y medio. La Junta del Valle de Erronkari aceptó la cesión realizada por su anterior dueño, el Club Deportivo Navarra, pero en la actualidad su estado de abandono es casi total.

Diversas asociaciones y colectivos plantearon en su día aprovechar estos dos refugios para incluirlos dentro del proyecto de centro de esquí nórdico, pero tanto el Gobierno de Nafarroa como la Junta General del Valle de Erronkari han preferido construir dos nuevos edificios en El Ferial y en La Contienda, con todo el impacto paisajístico y ecológico que suponen dos nuevas construcciones en esta sensible zona kárstica. Las obras de estos dos refugios continúan a buen ritmo y se estima que podrían estar finalizadas para el próximo mes de noviembre, antes de que comience la temporada de esquí. Junto a ellos pasa la carretera que sube desde el puerto de Belagua hasta la Piedra de San Martín, que fue asfaltada con motivo del paso del Tour y que dentro de un par de semanas va a ser ensanchada y asfaltada de nuevo. La ampliación de esta carretera también está siendo motivo de polémica vecinal en el valle, ya que unos la ven con buenos ojos y otros la consideran totalmente innecesaria. I.V.

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