Epilepsia creativa
«Control»
Koldo LANDALUZE
En su debut en el largometraje, el holandés Anton Corbijn aclara cuál ha sido su pasado artístico. Relacionado estrechamente con el mundo de la música gracias a sus trabajos como fotógrafo y director de videoclips, Corbijn demuestra un gusto exquisito por el diseño visual, acentuado para la ocasión por la cuidada fotografía en blanco y negro que gobierna por completo este biopic dedicado al explosivo líder de la banda Joy Division, Ian Curtis.
Enmarcada en los vertiginosos días de música y gloria que vivió Manchester a finales de los 70 y comienzos de los 80, «Control» sigue muy de cerca la efímera carrera de este carismático personaje. Marcado por la bifurcación sentimental que padece en compañía de su esposa y su amante, el protagonista se deja llevar hacia una espiral de desencanto creativo que plasmará con toda sus fuerzas sobre los escenarios hasta que los ataques epilépticos y su inmadurez certifiquen su apresurado final. Más allá de su valor testimonial, «Control» aporta muy pocas cosas. La fotografía en blanco y negro aporta ese grado de «calidad artística» excesivo para lo que nos cuenta la película. Si la intención del realizador consistía en desmitificar al protagonista, creo que lo ha conseguido porque, cuando Curtis baja de los escenarios y recupera la perspectiva terrenal, se muestra como un joven inmaduro y atrapado en la petulante tela de araña que él mismo se construyó. Sus diálogos y, sobre todo, la postura que adopta cuando está en compañía de su compañera y su amante, aclaran que era un niño que creyó haber crecido demasiado rápido. El soporte dramático de la trama se concentra en las intimidades domésticas inexistentes que compartió junto a su mujer y su hija. Todo queda esbozado de manera muy superficial porque jamás se adentra en un estudio mucho más contundente sobre las verdaderas motivaciones artísticas del personaje. Cuando la trama deriva hacia diálogos y situaciones infantiles, Corbijn intenta recuperar el terreno perdido con imágenes fragmentadas de conciertos, que dicen mucho más que cuando calla la música y se quiere dar sentido a los sentimientos. Sam Riley compone una camaleónica caracterización del protagonista y Samantha Morton hace lo que puede con el rol tremendamente plano de la fiel esposa. «Control» probablemente gustará a los seguidores de Joy Division, pero, personalmente, me quedo con la perspectiva global y un tanto cínica que Winterbottom aportó con su «24 Hour Party People».
Director: Anton Corbijn.
Int.: Samantha Morton, Sam Riley, Alexandra Maria Lara, Joe Anderson, James Anthony Pearson.
Música: David Bowie, Joy Division, New Order.
Género: Biopic.
País: Gran Bretaña.
Duración: 121 minutos.