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391 días para habilitar un proceso habilitado

Ramón SOLA

Algunos ya han sacado la cuenta. Para el sábado 25 de octubre de 2008 faltan exactamente 391 días. Son 391 días que pueden acabar aburriendo a las ovejas, como demostró el de ayer. No hay nada que no se haya dicho hasta la saciedad en las últimas décadas, pero sobre todo en los meses recientes que han dejado el meollo del conflicto totalmente al descubierto: un pueblo pequeño que quiere decidir, dos estados grandes que se lo impiden, un muro de leyes impuestas.

En estos 391 próximos días se escribirán miles de páginas y se oirán cientos de discursos. Cada cual se disfrazará para la ocasión: el PSOE, que se plantó en mayo, ya vende que lo que él quiere es el «acuerdo entre diferentes»; el PNV promete que 112 años después sí echará el resto por el derecho a decidir y no reparará en esa ley española que tan fielmente cumple; EA añade que ahora sí toca insumisión...

De hecho, el plan A de Ibarretxe para ese 25-O no es nuevo. El B, tampoco. El A es la enésima invitación al Estado español para un pacto; vista la posición del PNV de Gernika 1979 a Loiola 2006, nadie duda de que su acuerdo con el PSOE (y hasta con el PP) es factible. Tan factible como inservible para dar solución al conflicto. ¿Y el B? Se resume en la nueva palabra mágica: «Habilitar». Legitimar un proceso de solución en dos carriles: Gobierno-ETA y partidos vascos. ¿Algo nuevo? ¿Algo que no esté ya habilitado y legitimado, no sólo por la ciudadanía sino por todos y cada uno de los agentes implicados?

En el Parlamento hubo el viernes referencias al proceso clausurado, incluso al intento final de mayo con las dos mesas solapadas. Nadie negó nada: es la mejor prueba de que buscar la solución es algo que ya estaba plenamente habilitado. Calibrar a un año vista qué dará de sí la consulta es aventurado. Pero de momento suena a otra cosa; perder 391 días más para intentar ganar unas elecciones.

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