La sencillez de Wayne Wang, rotunda ganadora en Zinemaldia
«A thousand years of good prayers» (Mil años de oración), un preciosista retrato sobre el desarraigo y la incomunicación firmado por el reconocido cineasta Wayne Wang, se alzó ayer como ganador de la 55 edición del Festival de Cine de Donostia, al recibir la Concha de Oro a la Mejor Película y la de Plata al Mejor Actor, para su protagonista Henry O.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
De forma rápida, casi telegráfica excepto en una explicación un poco más amplia sobre algunos de los premios, y únicamente en inglés, el novelista y presidente del jurado Paul Auster dio lectura la tarde de ayer al palmarés de la Sección Oficial de la 55 edición del Festival Internacional de Cine de Donostia. Aunque llamaban la atención algunos grandes olvidados -sobre todo el cineasta canadiense David Cronenberg y el actor Viggo Mortensen, quienes figuraban en todas las quinielas-, los premios fueron bien recibidos, a tenor de los aplausos que se escucharon entre la prensa. El jurado formado, entre otros, por el kurdo Bahman Ghobadi -ganador de dos Concha de Oro- y Peter Weber, dio como máxima ganadora de la ya pasada edición a una pequeña y sencilla historia, sin dramas ni excesos, como la define su propio autor, Wayne Wang.
Lo curioso del caso es que este palmarés puede servir para firmar la reconciliación de Auster con Wang, con el que filmó «Blue in the face» (1995) y «Smoke», filme este con el que el cineasta asiático logró el Oso de Oro del Festival de Berlín en 1995 y que fue uno de sus grandes éxitos del cineasta de Hong Kong, posteriormente residente en EEUU. La que fue una estrecha colaboración se rompió después y ambos creadores dejaron de hablarse. En la rueda de prensa de presentación de «A thousand years of good prayers», el asiático explicó que «tuvimos nuestras diferencias, pero espero que podamos volver a trabajar juntos».
«Mil años de oración» gira en torno al reencuentro entre el señor Shi -interpretado por Henry O., un excelente y veterano actor chino de nacionalidad estadounidense y al que hemos visto de secundario en numerosos filmes- y su hija Yilan. El primero viaja desde China hasta un pueblo impersonal de EEUU, donde su hija vive desde hace diez años. Sin estridencias, Wang explora el problema de la incomunicación, tanto por el choque cultural e idomático -el protagonista no habla inglés-, como por la propia distancia entre padres e hijos, en una cultura como la china basada en el respeto a los padres y «en la que somos indirectos y no decimos lo que realmente pensamos», en palabras del director. El filme tuvo problemas de financiación, tanto por su propia sencillez -no hay estrellas que vender-, como por frases como la que dice en un momento el protagonista: «El comunismo es bueno, pero está en malas manos».
Wang, quien también ha presentado en Zabaltegi «The Princess of Nebraska», es autor de títulos como «El club de la Buena Estrella» y «La caja china». Junto con los dos premios oficiales, la película obtuvo los galardones concedidos por el Círculo de Escritores Cinematográficos y el Signis.
Entre aplausos fue también recibida la decisión del jurado de conceder un Premio Especial a la joven cineasta iraní Hana Makhmalbaf, quien realiza un retrato de las sucesivas masacres perpetradas contra el pueblo afgano a través de los ojos de una niña.
De la autora de «Buda az Sharm foru Rikht», de solamente 19 años, quisieron destacar que la «elegancia de la fotografía» y la interpretación de la niña Nikbakht Naruz les había «emocionado. Este es el estreno esperanzador de una cineasta que continuará filmando trabajos interesantes en el futuro», agregó el jurado.
El duro retrato de la matanza realizada el 19 de noviembre de 2005 por los marines norteamericanos, filmado casi a modo de documental por el británico Nick Broomfield en «Battle of Haditha», obtuvo la Concha de Plata al Mejor Director. No recibió muchos aplausos, como tampoco el premio del Jurado a la Mejor Fotografía para la extraña y cibernética «Exodus», de Charlie Lam. Siguiendo en el apartado técnico, la Concha al Mejor Guión se dividió entre dos títulos: «Honeydripper», en el que el siempre izquierdista John Sayles plasma la transición del blues al rock en una historia ambientada en Alabama; y «Siete mesas de billar francés», de Gracia Querejeta y su coguionista David Planell. Las quinielas en este caso se equivocaron, ya que no fue Maribel Verdú sino la otra protagonista de la historia, Blanca Portillo, quien recibió la Concha de Plata a la Mejor Actriz. La actriz, que se dio a conocer gracias a su participación en la serie televisiva «7 vidas», tiene una sólida carrera teatral y trabajos en la gran pantalla del peso de la Agustina en «Volver», de Almodóvar.
Respecto al resto de los premios, el Altadis de Nuevos Directores recayó en «Soul Carriage», el primer largometraje del británico Conrad Clark, un cineasta especializado en la cultura china. La uruguaya «El baño del Papa», que representará a su país en los Oscar a la mejor película extranjera, obtuvo el premio Horizontes, destinado a apoyar al cine latinoamericano y que consiste en una ayuda de 35.000 euros, a repartir entre los autores y la distribuidora, que este caso es Golem, de Iruñea. «Caramel», de la libanesa Nadine Labaki», fue otra de las ganadoras del festival. La «inmersión» en la vida de las mujeres libanesas, a través de una historia que se desarrolla en una peluquería, recibió el Premio TCM del Público, que se decide precisamente por votación entre los asistentes a las proyecciones -la emocionante «La Escaphandre et le papillon», de Julian Schnabel fue premio Película Europea-, así también como el Premio de la Juventud y el de Gehitu.
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El novelista y cineasta Paul Auster, como presidente del jurado, dio lectura al palmarés tras explicar que había sido una discusión de «mentes abiertas». De hecho, hace años que no se habla con Wayne Wang, con quien colaboró en dos películas.
La iraní «Buda explotó por vergüenza» es un retrato de las sucesivas masacres perpetradas contra el pueblo afgano a través de los ojos de una niña. «La batalla de Haditha», firmada por el británico Nick Broomfield, está basada en una matanza real ocurrida en Irak.