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Raimundo Fitero

Cromos

Por qué coleccionamos cromos de futbolistas, artistas o personajes de la ficción y el cómic? Por allá donde vayas encuentras que hay un lugar donde, en las mañanas dominicales, se convierte en una zona de intercambio o de compra y venta de cromos. Cambiar cromos es una buena manera de iniciarse en la relatividad del valor y el precio. Te cambio dos de tal por uno de cual. Las asimetrías. De ahí a la política. O al revés.

En las televisiones los cromos se mueven. Son animados, incluso parten de seres humanos a los que el propio medio va convirtiendo en éter, en una suerte de gas que rellena las esquinas de las pantallas y se transforma en otra cosa, que no se sabe si es una forma humana o una formulación química y plástica que emite sonidos. Miren, el fútbol en La 2, la noche de los domingos recurre a una fórmula clásica: resumen de los partidos, goles y jugadas más conflictivas con el uso de la famosa moviola a la que se le ha unido algo que los presentadores llaman «nuestros muñequitos», y no es otra cosa que la conversión de las imágenes originales en virtuales para ver desde diferentes ángulos si se ha producido la falta dentro o fuera del área. Esto que presentan como novedad, es simplemente una materialización de la metáfora misma de la televisión. La verdad es siempre una mentira. O viceversa. Como la política de dibujos animados de Ibarretxe.

El equipo de «Salsa rosa», sí han leído bien, aparece casi al completo en Antena 3, y lo hacen la noche del domingo, con un tema de mucho morbo: Madeleine. Así es la rosa, la llames como la llames, siempre será una rosa y si la coges por el tallo te podrás pinchar. Así es el negocio televisivo, saltan los cromos de un álbum a otro y se presentan en la competencia haciendo lo mismo, pero a lo bestia, porque esa entrega, al menos en el espacio temporal que pude aguantar, se trataba de darle una pátina de seriedad y de investigación que convertía nuestro electrodoméstico en una máquina de triturar carnes para hacer albóndigas informativas de dolor y sangre infantil aderezada de mucha estulticia, que la pusieron los supuestos investigadores, los portavoces familiares y el trato general al asunto.

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