Desarrollo sostenible es el término mágico con el que los gobernantes mundiales pretenden paliar la sobreexplotación que han ejercido sobre todos y cada uno de los recursos del planeta. El baloncesto, como todos los deportes de elite, tampoco escapa a la mercantilización y desde luego que, atendiendo a los últimos datos, su desarrollo parece de todo menos sostenible.

Dicen que Chris Webber ha renunciado a una oferta de 12 millones al año de Olympiakos, y el campeón de la Euroliga pagará 8,5 a Jasikevicius por dos temporadas. Axa FC Barcelona, en su desesperada intención de suplir a Navarro, pagará dos millones de euros a un joven de 20 años rebotado de la NBA; Papadopoulos, pese a su sueño infantil de jugar vestido de blanco, cobrará otro tanto al campeón ACB; el Pamesa vuelve a echar la casa por la ventana... ¿Qué papel les queda a nuestros dos equipos que recientemente disputaron la final de la Supercopa en esta selva?

De la mano de una constructora, el Bilbao Basket ha entendido que ésta debe ser la temporada de dar el salto y de luchar por entrar en los play off y parece haber dado a Txus Vidorreta una plantilla que debería estar metida en esa guerra, pero el principal referente vasco de las últimas décadas afronta posiblemente su temporada más complicada.

Con una NBA más voraz que nunca y que cada vez acude a por talentos más jóvenes, el handicap de los cupos, las lesiones, unos recursos limitados y una afición que ha pasado de celebrar los triunfos ante el Madrid a exigirlos, la reconstrucción del TAU Baskonia en la primera temporada post Scola se antoja más complicada que nunca y las dudas han surgido incluso dentro de un club que sigue intentando sacar recursos al borde de la ley.

Sin embargo, con un plantel no exento de calidad y con la tranquilidad de tener asegurada la Copa de este año y la Euroliga del siguiente, ahora debe demostrarse que el desarrollo sí ha sido sostenible, sin miedo a que la burbuja estalle.