informe «Índice de percepción de corrupción 2007»
«Los países más ricos exportan el soborno a los más pobres»
Los países más ricos tienen mucha culpa en la perpetuación de la pobreza en los países en desarrollo, y la pobreza está muy ligada a la corrupción. Lo denuncia la ONG Transparencia Internacional.
Silke PFEIFFER
Transparencia internacional
Joseba VIVANCO | GASTEIZ
Hay muchas fórmulas de corrupción y a muy distintos niveles de la sociedad. Y ningún país o estado se salva de ellas o de algunas de ellas. La semana pasada, la organización Transparencia Internacional, con más de un centenar de delegaciones en todo el mundo, presentó su anual informe ``Índice de Percepción de Corrupción 2007''.
Transparencia Internacional lleva más de diez años presentando sus informes anuales sobre corrupción. ¿Qué balance hace en todo este tiempo?
Me atrevería a afirmar que el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) contribuyó significativamente a poner el problema de la corrupción en la agenda global. Hace unos quince años se hablaba poco de la corrupción. En algunos organismos de desarrollo el tema era completamente tabú. Frente a esta situación, el Índice fue el primer intento de exponer y comparar públicamente niveles percibidos de corrupción, con lo que muchos países muy pronto se vieron en la situación de tener que reaccionar, responder, tomar acción. En cuanto a la evolución de la herramienta, con los años hemos podido incorporar más y más países gracias a la creciente disponibilidad de información y datos sólidos. Tal es así que este año el IPC incorpora 180 países y territorios, comparado con 41 en el primer año del Índice.
¿Estamos ante un informe al que, con el paso de los años, los gobiernos del mundo han tomado en consideración?
Hoy en día es difícil que un gobierno no tome en cuenta los resultados del IPC. En este sentido, el impacto de la herramienta es muy grande. Todos los años observamos gobiernos que se enojan mucho, ya que no les gusta que se exponga públicamente su triste desempeño en cuanto a lucha contra la corrupción, que, como sabemos, es uno de los obstáculos más grandes al desarrollo. Sin embargo, también observamos muchos gobiernos inteligentes que aprovechan el índice, ya sea buena o mala la puntuación, para posicionarse y posicionar su agenda anticorrupción. Hay gobiernos como el surcoreano que, oficialmente, adoptaron el Índice como indicador para medir su avance en combatir la corrupción.
«La corrupción está en todas partes», concluye Peter Eigen, fundador de Transparencia Internacional, en su libro ``Las redes de la corrupción''. ¿Una manera de decir que no sólo en los países más pobres o con democracias menos asentadas existe la corrupción?
No existe país que no tenga problemas de corrupción. Las diferencias se encuentran en los grados de corrupción y en los tipos de corrupción bajo los cuales está cada país. Muchos países pobres sufren problemas de corrupción en todos los niveles y en todas las esferas de la vida pública. Sus sistemas ya no tienen anticuerpos para reaccionar frente a incidentes de corrupción. La corrupción se vuelve la norma. En este sentido, no sorprende la correlación entre pobreza y corrupción, ya que la corrupción es una de las causas más importantes de aquella.
¿Y los países ricos?
Han logrado, digamos, combatir la «pequeña» corrupción, que es la corrupción que ocurre entre funcionarios públicos y ciudadanos. Es muy difícil que en Suecia te pare un policía y te pida un soborno. Sin embargo, muchos países que llamamos desarrollados sí sufren de incidencias de «gran» corrupción, por ejemplo en las contrataciones públicas o en relación a la financiación de partidos. Pero con lo que sí cuentan, aunque no siempre, es con anticuerpos, mecanismos de control que ayuden a detectar, investigar y sancionar casos de corrupción.
Sin embargo, ustedes denuncian la corrupción que desde los países más ricos se proyecta hacia los más empobrecidos.
Es que no debemos olvidar la corrupción que cruza las fronteras, o sea, la que es exportada a países pobres, por ejemplo, a través de las grandes corporaciones multinacionales que trabajan con doble estándar. No sobornan en sus propios países, pero sí en el extranjero. En esta corrupción que cruza fronteras están involucrados actores en ambos lados. Hay un banco que recoge este dinero, hay un gobierno que no está regulando su sistema financiero, hay abogados que facilitan esas transacciones... hay culpables a ambos lados de la frontera.
¿Y sobre quién recae más culpa, sobre el hombre del maletín de un país rico y que soborna o sobre el el funcionario del país pobre que acepta el soborno?
Es una responsabilidad compartida. Tiene tanta responsabilidad uno como otro. Hasta hace pocos años, empresas en países como Alemania, Francia o España operaban con doble estándar. No podían sobornar en sus propios países, pero sí en el extranjero. Con la convención antisoborno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, hace casi diez años, está prohibido hacerlo también en el extranjero. El problema es que muchos de estos países no están implementando esta convención que ya tiene rango de ley. Por eso hay una responsabilidad en los países industrializados que exportan el soborno a los países en desarrollo.
Otro actor en esa mafia de corrupción son los grandes bancos, artífices de lo que llamamos lavado del dinero o caja fuerte del dinero robado por políticos y dictadores. ¿Hasta qué punto se están comprometiendo contra la corrupción?
Yo creo que hoy están más comprometidos que antes. Creo que hoy están sometidos a más presión. El problema está hoy más en la agenda, pero no es menos cierto que queda un largo camino por andar y ahí nos tenemos que preguntar cuánto de comprometidos están a la hora de aceptar que, implicados en esta lucha, algunas oportunidades comerciales se van a perder.
Un organismo internacional con gran poder de financiación en los países en vías en desarrollo, donde los índices de corrupción se antojan mayores, es el Banco Mundial, precisamente al que pertenecía el fundador de Transparencia Internacional y del que se marchó en su día para poder denunciar con libertad el problema de la corrupción en el mundo. ¿Hasta qué punto está hoy implicado el Banco Mundial en esta lucha?
El propio Banco Mundial ha tenido que entender que la corrupción es un obstáculo al desarrollo. En los años ochenta este tema, como te he dicho antes, era tabú. En estos años se ha visto sometido a mucha presión y ha reaccionado. Hoy, el Banco Mundial, en cualquier operación que haga, debe preguntarse cuáles son los riesgos de corrupción y qué mecanismos de prevención y control tiene. En ese aspecto se ha mejorado en los últimos años, pero hay un largo camino por andar. No es una organización monolítica, sino que hay campeones de la reforma y también personas muy conservadoras que defienden que lo que importa es dar créditos y que ése es el negocio; si ese país no sabe manejar el dinero, no es su responsabilidad.
El propio Banco Mundial, junto a la ONU, acaba de anunciar una iniciativa para recuperar lo robado por políticos corruptos y dictadores, con el fin de dedicar ese dinero a salud y desarrollo. Pero Filipinas, por ejemplo, tardó 18 años en recuperar 624 millones de dólares que Marcos había depositado en cuentas secretas en Suiza. ¿Estamos ante una idea realista?
Yo diría que es una iniciativa positiva el hecho de que estos dos organismos den prioridad a ese tema. Nosotros hace muchos años que veníamos llamando la atención hacia este tema, al que ya el Banco Mundial ha puesto números, porque estima que la pérdida de flujos que cruzan fronteras a partir de actividades criminales y corrupción asciende a un billón de dólares. Pero hablamos de un gran problema de difícil solución, porque ésta no radica sólo en facilitar medios a esos países que han sido robados, sino que también los países desarrollados tienen mucho que decir y hacer.
Ustedes llevan años luchando contra la corrupción, publican informes, habla usted de mejoras y avances. ¿Cree realmente que el ciudadano de a pie, sea de un país rico o pobre, percibe esos avances?
No, sobre todo en la medida en que no ven resultados concretos que afecten a su propia vida. Tenemos, por ejemplo, una encuesta en México que revelaba que un mexicano que ganase menos del salario mínimo tiene que invertir más del 20% de su ingreso anual en `mordidas', en sobornos. Es difícil convencerle de que va a cambiar algo si no ve los cambios... Pero creo que sí se van apreciando cambios: instituciones que mejoran, servicios públicos que mejoran... Las cosas toman tiempo, pero se van consiguiendo... si no, yo no estaría en esta organización.
La Convención de las Naciones Unidas Contra la Corrupción se firmó en 2003. Aún resta la ratificación, incluso, de miembros del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, como Alemania, Canadá, Italia y Japón. De la misma manera, únicamente lo han hecho 13 de las 54 jurisdicciones conocidas coloquialmente como «paraísos fiscales».
J.V.
Los fallecidos ex jefes de estado Ferdinand Marcos, de Filipinas, Mobutu Sese Seko, del antiguo Zaire (hoy República Democrática del Congo), y Sani Abacha, de Nigeria, se embolsaron 5.000 millones de dólares cada uno.
Las estafas, el contrabando, la evasión de impuestos y otras prácticas deshonestas cometidas por gobernantes de países en desarrollo les representan pérdidas de entre un billón y 1,6 billones de dólares anuales