El anuncio del primer ministro británico, Gordon Brown, de que no convocará elecciones anticipadas ha provocado un aluvión de críticas de la oposición. En una entrevista a la cadena BBC, emitida ayer íntegramente, justificó su postura en su determinación de demostrar a los ciudadanos «su visión de cambio» para el país y desgranó los diferentes argumentos que pesaron en su cambio de opinión. «Lo importante es que continuemos con el trabajo de cambiar este país, puesto que es lo quieren los ciudadanos y yo respondo a esa demanda», señaló.

Ésa fue la conclusión a la que llegó el líder laborista en el 10 de Downing Street, su residencia oficial, donde el sábado se reunió con algunos de sus colaboradores más próximos, Ed Balls, Douglas Alexander y Ed Miliband, para estudiar la conveniencia de hacer un llamamiento anticipado a las urnas.

Ante la expectación suscitada por los rumores sobre el adelanto electoral, este brusco cambio de parecer generó el malestar del máximo dirigente del Partido Conservador, David Cameron. «Estoy molesto porque quería elecciones. Las pedí desde que llegó a Downing Street porque no creo que tenga un mandato», explicó a la BBC.

En su opinión, Brown está tratando a los británicos «como idiotas porque todo el mundo sabe que quería convocar elecciones, pero ahora dice que no las convoca porque quiere llevar a cabo algunos cambios».

«Sin embargo, todos saben que no va a convocarlas porque cree que corre el riesgo de perderlas. Por eso pienso que les trata como idiotas y creo que le rebotará de forma muy mala», resaltó Cameron.

Críticas de los liberales

Pese a que, según tres importantes sondeos, los conservadores aventajan a los laboristas desde que Brown sucedió a Tony Blair el 27 de junio, el primer ministro se mostró convencido de que su partido habría vencido en unos comicios adelantados «hoy, la semana próxima o dentro de varias semanas».

No obstante, dijo que era mejor que los ciudadanos juzguen su gestión «a más largo plazo».

Sobre esta versión discreparon también los liberales demócratas, que le echaron en cara el haber antepuesto los intereses de su partido a los de Gran Bretaña y calificaron lo ocurrido de «chapuza terrible».

Pese al chaparrón que se le ha venido encima, Brown, en quien no parecían haber hecho mella las críticas, respondía de esta manera a la cadena británica. «La pregunta que yo me hago al final es una más fundamental. ¿Por qué estoy en el ojo público? ¿Para qué estoy aquí? Creo que mi tarea es plantear mi visión para el futuro», concluyó.