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CRÓNICA | LA TORTURA

De la Alemania nazi a Berlín, viaje de ida y vuelta del manual de tortura de la CIA

Una diputada de la izquierda alemana ha colgado en su web la traducción alemana del manual de tortura de la CIA. Conocido como el «manual Kubark», aúna las experiencias recogidas por el servicio secreto de EEUU, entre ellas las de las escuelas de la Gestapo y las SS. Vuelve ahora a ser traducida al alemán, pero con el loable propósito de denunciar su extendida práctica en todo el mundo.

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Ingo NIEBEL Colonia

Kubark es el nombre en clave con el cual la CIA se refiere a si misma. La primera versión del manual fue redactada en 1963 y entregada a todos los países aliados para facilitar el entrenamiento de los futuros interrogadores. Lo que pocos saben es que para ello los científicos estadounidenses, médicos y sicólogos, recurrieron a las experiencias que sus homólogos alemanes no sólo habían adquirido en los calabozos de la Gestapo sino también en los laboratorios que las SS mantuvieron para tales propósitos en los campos de concentración. Sí es notorio que después de la guerra la CIA fichó al capitán de las SS, Klaus Barbie.

Este oficial fue jefe de la Gestapo en Lyon y responsable del asesinato del héroe de la resistencia francesa, Jean Moulin. Más tarde pondría en práctica sus siniestros conocimientos junto con neofascistas italianos en América Latina. La teoría la recogió el médico Henry K. Beecher, entrevistándose entre otros con su homólogo nazi, el militar Walter Schreiber, en un campo de internamiento de la CIA en Alemania. Estos detalles los ha publicado recientemente el periodista de investigación alemán Egmont R. Koch en un documental emitido por la televisión pública alemana. Según esta fuente, el alemán tenía experiencias a la hora de aplicar determinados medicamentos a los sospechosos o torturarles con perros o manteniéndolos de pie. El estadounidense aplicó, según la investigación de Koch, los métodos a varias personas en 1954 que se convirtieron en «experimentos finales» porque hubo muertos.

Segunda edición: Vietnam

En 1983 tanto la CIA como el US Army publicaron una segunda edición del manual incluyendo las experiencias obtenidas durante la guerra de Vietnam. Lo tradujeron al castellano para repartirlo o directamente a los gobiernos centroamericanos o los estudiantes de la Escuela de las Américas. En este centro, agentes y militares estadounidenses entrenaron a torturadores y futuros golpistas. En 1997 y, en base de la Ley de Libertad de la Información (FOIA), un diario estadounidense obtuvo copias censuradas tanto de la primera como de la segunda edición de los manuales de tortura. En la web de la Federación de Científicos Americanos se pueden hallan sendas obras del terror en formato pdf (http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB122/index.htm).

La lectura de las dos obras no es recomendable para nadie que haya sido torturado o que por otras razones no puede mantener distancia respecto a lo expuesto. Disfrazado con un tono científico y con grandes dosis de cinismo, se exponen varias formas para que una persona empiece a hablar, presionándola sin y con la fuerza síquica y física. Los dos manuales son a la vez testigos de la perversión a la que pueden llegar tanto médicos como sicólogos. La hipocresía salta a la vista cuando en el manual de 1983 se recomienda no aplicar de forma rutinaria y masiva la tortura porque podría resultar contraproducente para aquél que la usa, tal y como lo demuestra la Guerra de Argel. En el manual de 1963 se explica que es preferible que un interrogatorio no se convierta en un pulso entre el sospechoso y aquel que le interroga, sobre todo cuando este último ejerce la fuerza.

Por eso se aconseja que se mantenga al sospechoso mucho tiempo de pie para que de esta forma se haga responsable a sí mismo de los dolores que está sufriendo pero no al interrogador. Este último adquiere así una ventaja sicológica al convertirse en la persona que puede sacar al detenido de su penosa situación.

A fin de cuentas los dos manuales reflejan un estado teórico porque divulgan la idea de que mediante varías técnicas se pueden obtener informaciones más o menos verídicas. Ya sabemos que la realidad es otra. Una realidad que los manuales de tortura no cuentan pero hacen perfectamente posible.

 

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