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Raimundo Fitero

Milagros

Treinta segundos para hacer solucionar el cubo de Kubik, con una mano, a ciegas, con los pies. Dicen que crea adicción. Trescientos millones de juguetes cúbicos vendidos. Un símbolo del siglo XX. Cada cierto tiempo es noticia porque se han reunido sus adictos en algún lugar del mundo y se nos inunda de cuadrados de colores nuestra pantalla. Aunque nuestra pantalla se nos inunde de demasiadas obsesiones ajenas con una frecuencia poco saludable.

Algunos equipos de fútbol llevan en su camiseta publicidad de empresas de apuestas deportivas, la inmensa mayoría de ellas a través de internet. Parece que es legal, y que existen unas ciertas garantías y controles, pero no hace falta ser doctor en ciencias ocultas para entender que si pueden invertir tal cantidad de dinero como para que los jugadores del Real Madrid se conviertan en hombres anuncios de sus empresas es que el asunto mueve cantidades ingentes de dinero blanco, negro o mixto. Y ahí empiezan las sospechas fundadas.

Posiblemente tengan razón las asociaciones de ludópatas en rehabilitación advirtiendo del problema que crean estos anuncios, aunque cuesta encontrar las relaciones entre el impulso de enriquecerse de manera rápida y la enfermedad en la que puede terminar y además delimitar la importancia de la publicidad sobre la misma adicción. No, en este momento mi sospecha se alimenta a través de los supuestos milagros acaecidos en las carreras de Fórmula 1. Se sabe que en el tenis, sí en ese juego aburrido, hay manipulación en las apuestas y se sabe de algunos casos que se retira un tenista ganador por lesión y se rompen los pronósticos de las apuestas. Se descubre que hay un posible fraude o apaño.

Es una historia sabida, juzgada, en el fútbol italiano. Las mafias actúan corrompiendo y logrando «milagros» en las pistas o los campos de fútbol. ¿Se imaginan lo que sucedió con las apuestas de Fórmula 1 el pasado domingo? ¿Se imaginan cuánto y cómo se apostará para la siguiente y definitiva carrera en Brasil? Todo lo que ha sucedido a lo largo de este campeonato es sospechoso, y nadie sabe quién maneja los resultados y quién ganará. Unos le llaman emoción, otros manipulación. Se admiten apuestas.

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