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Juan Mari Zulaika Informático

¿Tendrá arrestos Ibarretxe?

Ibarretxe deberá contar con el apoyo de la izquierda abertzale. Para ello, contrariamente a lo planteado por Imaz, ¿no deberá de seducir primero a la izquierda vasca antes que a Madrid?

Decir que la situación política actual de España y de Euskadi es kafkiana es decir poco. Se suceden los hechos, a cuál más soprendente y contradictorio. Veamos sólo los más recientes.

-La dimisión del Sr. Imaz, presente en el proceso de paz en las últimas conversaciones de Loiola con Batasuna.

-La propuesta del plan del lehendakari Ibarretxe, a favor del diálogo y la consulta.

-Los ataques a la Monarquía y la sorpresiva autodefensa del propio monarca.

-Los encarcelamientos de los dirigentes de Batasuna que participaron en las conversaciones del proceso y la redada de la cúpula de la organización.

-Se dispara la caja de los truenos en toda la piel de toro, amenazando con medidas disuasorias graves ante «la gran crisis de España».

Pero por kafkiana que sea, igual no lo es tanto, pues se repiten situaciones vividas anteriormente, por lo que, cabe suponer, obedecen a alguna ley: varios procesos de paz fracasados, encarcelamiento de la cúpula de la izquierda abertzale, cierre de periódicos, enjuiciamiento de grupos políticos y no políticos, y vuelta a empezar. Cuando se estableció la Ley de Partidos, algunos consideraron abusivo el término de apartheid, pero hoy es palpable el estado de excepción al que está sometido un segmento de la sociedad vasca, lo que alimenta la espiral loca que nos atenaza a todos.

En este tinglado hay cosas de muy difícil explicación. ¿Cómo o por qué lanza el Gobierno de Madrid una ofensiva de represión total contra la cúpula de Batasuna y encarcela a los dirigentes con los que meses antes se ha reunido sistemáticamente dentro de un proceso de paz?

Antes Zapatero confió en la negociación y declaró que el proceso iba a ser largo y duradero. Hoy, igual que PP en su época más dura, parece confiar más en las fuerzas represivas y policiales y afirma que lo largo y duradero va a ser la agonía de ETA. Zapatero siempre fía al tiempo sus dudas y debilidades.

Antes Zapatero ha dialogado con ETA y Batasuna a lo largo de dos años y ahora se niega a hacerlo con el lehendakari. Le sobra talante para recibirle y luego mandarlo a hacer puñetas. Lo mismo que ha hecho con la parte contraria en la negociación.

Entre tanto, si miramos a Euskadi, las cosas se han disparado en sentido contrario. Dimite el Sr. Imaz, buen chico y aliado de Gobierno y partidos políticos de Madrid, a juzgar por sus comentarios plañideros. Se va el hombre que iba a facilitar el entente trasversal y sin solución de continuidad; irrumpe Ibarretxe como elefante en una cacharrería, enarbolando la segunda versión de un plan tildado por la parte contraria de «soberanista», despertando las iras de la Corte y de todos los contertulios de aquende y allende el Ebro. Y yo me digo: El PNV consigue consensuar un documento que satisface a las dos almas, la soberanista y la estatutista. ¿No habrá trampa?

Si en las reuniones de Loiola hubiera participado Egibar en lugar de Imaz, ¿se hubiera evitado el carpetazo final en las postrimerías del proceso? Las crónicas refieren que Imaz no fue el último, y sí quizá el primero en la espantá. Rabia me da pensar que un detalle tan tonto haya podido frustrar un proceso en el que, según se dice, se llegó a tocar con los dedos el logro de la paz. El hecho es que el PNV, por muy bicéfalo que sea, no quiso arriesgarse a la aventura de la anterior escisión y esta vez ha preferido sacrificar a Imaz, a pesar de lo listo que es, porque la figura de Ibarretxe parece mejor activo para arrostrar las elecciones autonómicas, sobre todo cuando los partidos del frente español (sic) se alían y nos niegan el pan y la sal, lo mismo que el Sr Oreja.

El PSOE de Zapatero, como partido acomplejado, pasó los gobiernos de Aznar plegado a la política del PP y después de conseguir el poder como caído del cielo, que no por méritos propios, sigue todavía más acomplejado, medroso y acoplado que antes por miedo a perder votos en España. Accedió a la negociación sin suficiente convencimiento. De ahí que el bombazo de la Terminal le vino como agua de mayo y le regaló la coartada para desembarazarse de la aventura del proceso, para el que le faltaban arrestos. Respiró tranquilo como el marinero que pone popa a la tempestad.

Mirando a casa, me hago la pregunta. ¿Tiene Ibarretxe arrestos para sacar adelante su plan tan denostado? Como no contagie más a sus propios compañeros de partido y de gobierno y conecte mejor con los representantes de la izquierda abertzale, si queda alguno libre, claro, hasta lograr un apoyo popular real, seguro que no podrá. De momento ha concitado el rechazo visceral de los partidos estatales, que hacen frente común olvidándose de sus retóricas transversalistas. Frente a la cerrada negativa del PSOE y del PP en el propio Parlamento vasco, pieza clave en su proyecto, no le basta con el apoyo del tripartito. Deberá contar con el apoyo de la izquierda abertzale. Para ello, contrariamente a lo planteado por Imaz, ¿no deberá de seducir primero a la izquierda vasca antes que a Madrid?

En esta dirección, le propondría como anexo a su hoja de ruta dos puntos concretos y sencillos que bien pueden tomarse como la prueba del algodón de todo su ambicioso Plan.

-Liderar la lucha contra la Ley actual de Partidos y sus consecuencias directas por todos los medios: encuentro con Zapatero, acción parlamentaria, consulta popular, etc. Fecha tope, las elecciones generales de marzo.

-Exigir la admisión en sus correspondientes concejalías de los afectados por las listas ilegalizadas en las municipales. Hay formas que lo posibilitan, no menos legales que la preconizada consulta.

Una mente tan ética como la del lehendakari habría de aceptar estas medidas como una condición lógica del derecho a decidir. Sin ellas no se puede hablar de mesas de partidos ni de nada. En cualquier caso, sufriremos una tormenta no menor que la que cae. ¿Por qué desearle al lehendakari el dudoso privilegio de evitar la cárcel que castiga a muchos de sus ciudadanos?

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