Doris Salcedo agrieta la Sala de Turbinas de la Tate Modern con una obra «perturbadora»
No se trata de una simple fractura en el suelo de la Tate Modern. «Shibboleth», la gran grieta irregular abierta en su Sala de las Turbinas condensa el último proyecto de la colombiana Doris Salcedo.
GARA | LONDRES
La artista define su obra como «perturbadora, conflictiva y difícil». Doris Salcedo ha vuelto a tomar como referente a las «víctimas, a los inmigrantes y a las divisiones del mundo y de la humanidad» para concebir una obra subterránea cargada de significado.
«Siempre oriento mi trabajo hacia la experiencia de las víctimas y lo adapto al espacio que se me ofrece; trato de combinar ambos elementos y mi intención es añadir al mundo la perspectiva que le falta en general», explicó ayer la colombiana en la presentación de la pieza.
Salcedo da rienda suelta a sus inquietudes con los centímetros que fragmentan los cimientos de la vasta sala de exposiciones, y con los que la artista simboliza el «agujero que hay entre la humanidad y la falta de humanidad».
Un dramático agujero
«(La grieta) No tiene fondo; es tan profunda como lo es la grieta de la humanidad», indica. Se trata también de una obra conceptual «silenciosa», con la que Salcedo relaciona su trabajo con «la tragedia», además de revelar «parte de la historia colonial e imperial que ha sido ignorada» y que se podrá contemplar hasta el 6 de abril del próximo año.
El dramático agujero que perfora el cemento de la planta baja del museo deja entrever trozos de cable insertados en una especie de molde de hormigón, aunque su creadora considera inoportuno tener que aludir a los materiales utilizados.
«¿Qué sentido tiene que sepan cuáles son los materiales que se han empleado? La importancia radica en el significado de la obra», sentencia. Tampoco hay necesidad, dice, de «narrar esta experiencia» ya que presupone que «es algo que el espectador va a sentir».
Es, sin embargo, un «esfuerzo colectivo», en el que el equipo de personas que rodea a Salcedo ha cuidado «cada centímetro cuadrado al detalle», tal y como recordó el comisario de la galería, Achim Borchardt-Hume.
También en la Tate Modern, la escultora norteamericana de origen francés Louise Bourgeois, autora de la gigantesca arañas instalada en el exterior del Guggenheim Bilbao, protagonizará su propia exposición. La retrospectiva que le dedica la sala se inaugurará mañana y reunirá más de dos centenares de obras, pero también mucho más.
Desde pequeñas piezas experimentales hasta sus grandes instalaciones de los años ochenta y noventa, la muestra incluirá dibujos, esculturas en diversos medios e instalaciones de la larga carrera de una artista que, a pesar de haber sido asociada a distintos movimientos artísticos, ha seguido siempre un camino solitario y tuvo un tardío reconocimiento.
La colombiana, famosa por sus impactantes instalaciones inspiradas en los problemas sociopolíticos de Latinoamérica, consideró que la Tate Modern le brindaba el «perfecto escenario para subrayar las cosas que ha quedado olvidadas» y para «meter el resto del mundo en este espacio negativo», según sus propias palabras.
Salcedo sucede en la Sala de las Turbinas al alemán Carsten Hoeller, dentro de la serie anual ``Unilever'', que empezó en 2000 y que ha contado con conocidos artistas como el español Juan Muñoz y la franco-estadounidense Louise Bourgeois.
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