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Bruno Carvalho periodista portugués

El País Vasco en la comunicación social portuguesa

A menudo es más fácil ver lo lejano que lo cercano, tal y como señala Bruno Carvalho en este artículo. Durante las últimas semanas, los medios de comunicación de Portugal han centrado sus análisis en los sucesos de Myanmar y, tomando como excusa la visita del Dalai Lama a ese país, en el caso del Tíbet. Mientras tanto, a tan sólo unos pocos cientos de kilómetros y dentro de la misma península, en el conflicto vasco se suceden los acontecimientos. Sin embargo, este conflicto no despierta interés alguno entre los medios portugueses. Carvalho concluye que no es falta de interés, sino que responde precisamente a intereses distintos.

Algunos periodistas tienen métodos extraños para seleccionar acontecimientos informativos. Durante las últimas semanas las secciones internacionales de los medios de comunicación social han sido invadidas por noticias relacionadas con los acontecimientos en Myanmar, antigua Birmania. No resulta difícil recordar las imágenes de religiosos y ciudadanos desfilando por las calles de Rangún bajo las balas y la represión del Ejército de la Junta Militar.

Mientras tanto, mucho más cerca de Portugal, se desarrolla un conflicto con la misma dosis de ingredientes que sin embargo no capta el interés de los periodistas. A pocos cientos de kilómetros de aquí hay una guerra que ya dejó cientos de muertos a un lado y al otro de la barricada. De nuestro lado, un estado que ha provocado 350 muertos desde 1977, 30.000 detenidos, 4.700 prisioneros y 5.390 torturados. Un estado que en este momento mantiene en sus prisiones a más de 500 presos políticos. Un Estado que ilegaliza partidos políticos, organizaciones juveniles, órganos de comunicación social y manifestaciones.

Y hace tan sólo unas semanas, a propósito de la visita del Dalai Lama a Portugal, fue muy discutida aquí la naturaleza «represiva de China», «que no respeta los derechos legítimos del pueblo tibetano de autodeterminarse», un derecho consagrado por las Naciones Unidas. Se realizaron entrevistas, conferencias, reportajes, artículos de opinión, casi todos ellos sumergidos en una exaltación y agitación propia de quien se solidariza con esa causa.

Más al norte de la península hay un pueblo que lucha desde hace siglos por su independencia. Y también allí exigen ver respetado el derecho de autodeterminación. Y no recuerdo que falte prueba alguna de la naturaleza represiva de las fuerzas que les niegan ese derecho. Y, claro, tampoco recuerdo ningún medio de comunicación social portugués que haya caído en el frenesí adolescente en el que todos mandan la objetividad a la mierda en sus artículos cuando se habla del Tíbet.

Como ya deben de haber comprendido, hablo del País Vasco. Allí, donde el pasado jueves a la noche las fuerzas policiales del Estado español lanzaron una operación de captura de veintitrés miembros de la dirección nacional de Batasuna, partido de la izquierda independentista vasca. Allí, donde cada día se practican dos detenciones de media. Allí, muy cerca de nosotros, encima de las viñas de la Rioja, donde vive nuestro amigo el señor Silva, que emigró hace 20 años, y allí por donde tuvieron que pasar clandestinamente millares de portugueses camino de Francia.

Pero si es algo tan cercano, incluso con algunos lazos familiares, ¿cuál es el motivo para que los medios de comunicación portugueses no informen de ello (ya no se exige el frenesí adolescente)? ¿Qué elementos tiene el conflicto vasco que lo diferencian de la antigua Birmania o del Tíbet? Tanto la antigua Birmania como el Tíbet son parte de la lucha que enfrenta al denominado Occidente con China y Rusia. Los Estados Unidos de América trabajan para que la inestabilidad deje caer a la Junta Militar y reforzar así su influencia en la región. La independencia del Tíbet representaría un elemento de división para China y, como en el caso birmano, llevaría a los EEUU a las puertas del país socialista. La unanimidad que generan estas dos cuestiones en los medios de comunicación es obvia. Responde a una necesidad de garantizar que los ciudadanos de los países occidentales apoyen la reconfiguración política en los dos casos mencionados.

La independencia del País Vasco, por el contrario, generaría un problema en Europa occidental. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial son tabú las discusiones sobre la modificación del mapa geográfico (eso sí, no son tabú cuando se trata de apoyar la desintegración de los estados socialistas). En este sentido, el País Vasco es un problema repartido entre los estados español y francés que abriría camino al célebre «efecto dominó». Imagínense a Galicia, Catalunya, Córcega, Bretaña y a otras tantas regiones una vez reconocido el derecho a decidir su propio futuro. Políticamente y económicamente es peligroso permitir la división, precisamente cuando se está intentando centralizar los estados europeos en una unión que dirija nuestros destinos desde Bruselas y desde las sedes de las grandes multinacionales del continente.

Hay dos elementos que deben ser tomados en consideración. La lucha del pueblo vasco por su independencia ha sido llevada a cabo con gran esfuerzo, principalmente por la izquierda independentista. La victoria del separatismo sería también la victoria de aquellos que dedicaron una gran parte de su esfuerzo para su conquista. Son estos mismos quienes defienden también el socialismo y la destrucción del sistema capitalista. El otro elemento viene a ser la lucha armada llevada a cabo por ETA. La consecución de sus objetivos sería la legitimación de una lucha armada y, evidentemente, no se debe dejar de pensar en esto después de tanto esfuerzo para imponer una doctrina de paz social en Europa.

Mientras tanto, sin embargo, sucede que el Estado español es quien legitima la acción de la organización ETA cuando no permite que el pueblo vasco recurra a la acción política organizada y pacífica para luchar por su independencia. Así, el Estado español no permite un referéndum que permita a los vascos decidir su propio futuro ni reconoce el derecho a la autodeterminación que pondría fin a la lucha armada de ETA.

Tal vez se puedan comprender ahora mejor algunas de las razones por las que los medios de comunicación portugueses no informa de lo que está sucediendo en el País Vasco y a qué intereses sirve.

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