Los primeros palestinos vuelven al devastado campo de Nahr al-Bared
GARA |
Alineados delante de barreras de espino y llevando a sus bebés en hombros, decenas de refugiados palestinos pasaron el control del Ejército libanés y pudieron regresar al campo de Nahr al-Bared, devastado por tres meses de sitio.
«¿Tiene permiso?», preguntaba un soldado en el acceso oriental del campo. Con la mirada sin expresión alguna, Ahmed Tamimi le tendió el papel. Formaba parte del primer grupo de cien familias autorizadas a regresar, de un total de sólo 800 que podrán volver en los próximos días.
«Desde la carretera he podido ver mi casa. Está parcialmente destruída y el corazón me ha dado una punzada. Tengo miedo y no sé lo que me depara el futuro», narraba Ensaf Fuad, evacuada con sus cuatro hijos varios días después del estallido de los combates el pasado 20 de mayo.
Walid Abu Heit, imam de una mezquita del campo, tiene un sentimiento agridulce. «Estamos contentos porque teníamos miedo de no poder regresar y de que tendríamos que vivir un nuevo éxodo como nuestros padres, expulsados de Palestina en 1948». Pero no sabe con qué se va a encontrar. «Los que han visto el campo dicen que es como si hubiera pasado un terremoto», añade. Ibrahim Jalil, de 12 años de edad, muestra el permiso pero asegura que «no estoy contento por regresar. Mi escuela ha sido destruida, como mi casa», denuncia.
Un joven de 14 años ruega a los agentes de la Agencia de Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA) que intercedan ante los soldados y le dejen regresar. Un oficial del Ejército libanés insiste en que, con esa edad, «los jóvenes necesitan un permiso aparte del de su familia». Demasiado mayor y demasiado joven.
Hoda al-Turk, de la UNRWA, asegura que «lo que nos da pavor son las bombas que no hicieron explosión. Los niños pueden acercarse a ellas jugando y les espera la muerte».
Los refugiados de la parte vieja del campo, la más castigada, tardarán aún mucho tiempo en poder regresar.