En su carrera figuraban ya el Premio Japón, en 1992, y el Premio Wolf, en 1998, dos prestigiosos galardones del mundo científico. Pero para un investigador no puede haber mejor homenaje que el prestigioso y bien remunerado Premio Nobel. Y éste fue precisamente el regalo que recibió ayer el químico alemán Gerhard Ertl en el día en que cumplía 71 años de edad. Doble motivo para festejarlo, dijo tras conocer la noticia, cenando con su esposa.

Probablemente, a esa cena acudió en coche, un vehículo probablemente también dotado de catalizador en su tubo de escape para minimizar los efectos contaminantes. Precisamente, ésta es una de las aplicaciones derivadas de la investigación básica por la que Ertl ha sido galardonado. «Este hombre se ha dedicado a hacer estudios básicos de cómo realmente las moléculas de los gases sobre la superficie de un sólido se pegan, reaccionan y se transforman a una escala prácticamente atómica», explica el profesor del Departamento de Química Aplicada de la UPV-EHU Mario Montes, quien hace unos años tuvo la oportunidad de escucharle en un congreso en Cracovia.

Montes desarrolla, precisamente, su labor investigadora en el ámbito de los catalizadores. En el caso de los aplicados a los vehículos, «tenemos, de manera muy resumida, un metal sólido como es el platino sobre el cual las moléculas se queman y desaparece la contaminación. Él ha estudiado ese efecto y comprueba cómo en los defectos de esa superficie se pega más el oxígeno, más se oxida y más se destruye el contaminante», explica de manera didáctica. En síntesis, cómo interaccionan las moléculas de los gases al contacto con superficies sólidas.

Esas investigaciones básicas que ha llevado a cabo el nuevo Nobel de Química han posibilitado entender mejor la forma en que funcionan las celdas de combustibles y los catalizadores en los automóviles o por qué se oxida el hierro. Pero también se ha aplicado a la fabricación de fertilizantes o el procesamiento de productos petroquímicos. «La química de superficie puede incluso explicar la destrucción de la capa de ozono como movimientos vitales en la reacción que ocurre en las superficies de cristales pequeños de hielo en la estratosfera», añadió ayer la Real Academia Sueca de Ciencias.

Pero quizás el campo en el que los estudios de Ertl han tenido mayores consecuencias ha sido en el de la electrónica. Sus investigaciones han proporcionado la base teórica sobre la que se basan los semiconductores; o dicho de otra manera, todo el hardware informático.

El veterano investigador alemán -que lleva en estos estudios desde la década de los sesenta- ha sido uno de los fundadores de la moderna «química de las superficies». La Academia sueca señalaba ayer que «paso a paso fue creando una metodología para demostrar cómo diferentes procedimientos experimentales pueden proporcionar una imagen de las reacciones químicas en la superficie». Señala que «fue uno de los primeros en observar el potencial de estas nuevas técnicas».

El profesor de la UPV-EHU Mario Montes incide en este aspecto al reseñar que «la gente no debe entender que le han dado el Nobel por hacer los catalizadores de coches», y es que ayer algunas titulares periodísticos casi vinculaban el último Nobel de Física al invento de los Ipods o los Mp3. «La gente como Ertl hace estudios muy básicos y fundamentales, pero las repercusiones de sus aplicaciones en el ciudadando tienen entre medio dos o tres niveles de saltos», aclara este docente.

El Nobel de Química no recaía en un alemán desde hace casi veinte años, y esta buena nueva para la clase científica del país se suma a la del Nobel de Física, que el martes recayó, compartido, en otro compatriota suyo, rompiendo así la habitual hegemonía estadounidense.