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décimo aniversario del acto de Gernika

Un acto que precipitó acontecimientos

Iñaki Iriondo

La concentración del 18 de octubre de 1997 en Gernika, en la que ELA decretó que «el Estatuto ha muerto», constituye uno de esos jalones que marcan la historia del país. Su importancia no derivó del número de militantes que llevó hasta la villa foral -algo más de dos mil, lejos de otras manifestaciones convocadas por el sindicato-, sino de que se hacía pública la evidencia de que una parte del abertzalismo, que hasta entonces había transitado por el camino del marco autonómico, había llegado a la convicción de que éste no servía para hacer frente a las necesidades de Euskal Herria. Hubo otro dato importante aquel día; ELA había conseguido reunir en una misma plaza a representantes de las ejecutivas de PNV, HB, EA y EB.

1997 estaba siendo un año especialmente convulso. En febrero los miembros de la Mesa Nacional fueron detenidos por su negativa a comparecer ante el Tribunal Supremo para declarar por la causa abierta contra la dirección de la formación abertzale en relación con un vídeo electoral en el que ETA daba a conocer su Alternativa Democrática para la búsqueda de la paz. A los dos meses quedaron en libertad para ser juzgados después a lo largo del mes de octubre. Por lo tanto, los representantes de la Mesa Nacional que acudieron a la Plaza de los Fueros a escuchar a José Elorrieta se encontraban ese día entre jornada y jornada de sesión en el Tribunal Supremo, con la convicción -que después se demostró cierta- de que en pocas semanas volverían a dar con sus huesos en la cárcel.

En el mes de julio, ETA secuestró y mató al concejal del PP de Ermua Miguel Angel Blanco, lo que provocó la campaña «a por ellos» de criminalización de la izquierda abertzale. La Mesa de Ajuria Enea, con el jeltzale José Antonio Ardanza vitoreado a las puertas de palacio, había llamado también al aislamiento social y político de Herri Batasuna. Para octubre, tanto el PNV como HB estaban compartiendo el mismo espacio en Gernika, y por ese camino siguieron después, en público y en privado, hasta llegar al Acuerdo de Lizarra-Garazi. Hechos éstos que muestran cómo puede cambiar el escenario político en apenas tres meses.

Por otra parte, sólo cuatro días antes del acto de Gernika, el ertzaina Txema Agirre moría por disparos de militantes de ETA a los que intentó identificar mientras preparaban una acción armada para la inauguración del museo Gu- ggenheim.

La firma por parte de ELA del acta de defunción del Estatuto venía precedida de varios años de unidad de acción con LAB. En el Aberri Eguna de 1995 ambos sindicatos habían hecho una apuesta pública común en defensa de la autodeterminación.

La izquierda abertzale dio una enorme trascendencia al acto de ELA en Gernika, porque el sindicato mayoritario del país, que había apoyado la autonomía, que había crecido defendiendo el Estatuto y que no es de la izquierda abertzale, llegaba a la conclusión de que los topes del marco autonómico ya no le valen, incluso desde el punto de vista de sus propios intereses sindicales. Esto coadyuvó a dar un mayor impulso a los movimientos políticos que desembocarían, casi un año después, en el Acuerdo de Lizarra-Garazi.

Otra cosa sería analizar qué ocurrió después de la firma de aquellos acuerdos. José Elorrieta reconoció ayer que quienes impulsaron el proceso cometieron algunos errores. Seguro que todos tuvieron su parte de culpa. Desde la izquierda abertzale, por ejemplo, se ha mantenido que ELA dio un paso atrás cuando hubo que empezar a dar pasos concretos que consolidaran el proceso.

Ayer, en el Teatro Arriaga, ELA volvió a hacer una apuesta por retomar la acumulación de fuerzas soberanistas para una estrategia civil y no violenta. Y dijo que iba hacer un esfuerzo para buscar esa suma «desde el compromiso» y «desde el respeto a lo que cada uno aporta, también a los intereses y a las prioridades de cada uno».

Incluso avanzó cuál va a ser parte de su estrategia: «Hablar con toda libertad y toda la responsabilidad para contribuir desde la reflexión y el debate a que los abertzales pongamos en marcha un proceso soberanista, porque juntos sí podemos; porque sólo podemos juntos».

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