BASQUET COUNTRY
Pablo, ¿viste la canasta de Hunter?
Imanol AMIANO
Estaba yo entre rumiando la derrota baskonista en Girona y pensando que lo de las dobles retransmisiones no se le daba, por decirlo de alguna manera, bien a la ETB -no quiero ni imaginarme un carrusel de partidos-, cuando, en Murcia, Txus Vidorreta asumió la siempre discutible decisión de defender el punto de renta en la jugada final en vez de hacer falta y tener el último balón. Me desperecé y me incorporé en el sofá.
Jimmie Hunter, que pide y coge la bola. Saca el yo-yo, mirando el reloj. Penetra, lanza, la bola da en el aro, él mismo que coge el rebote, lanza otra vez, Weis que le pone una chapa, pero el balón le vuelve a caer al bueno de Snap que, a una mano y desde detrás de la canasta, vuelve a tirar mientras suena la bocina. Vidorreta, que ya se había dado la vuelta pensando que su apuesta había salido bien, no llega a ver que el balón traspasa limpiamente el aro.
Lo primero que me vino a la cabeza -qué cosas tienen las neuronas- fue otra canasta decisiva. No fue una muy parecida de Larry Bird a una mano, ni alguna en la que Michael Jordan desafiaba a Einstein -aunque éste no jugaba en los Pistons-, no. No fue en el Boston Garden, fue en Azpeitia, en aquel frontón Izarraitz de un bote en la piedra pulida y el siguiente en las tablas de contracancha. No eran los play-offs de la NBA, no. Ni siquiera me acuerdo de en qué categoría era -para ascender, creo-, ni el rival -Jarrilleros de Portu, puede ser-. Pero sí que era un partido importante y que, sin tiempo para nada, o apenas, el Iraurgi perdía por uno. Pablo Juaristi, un tío de ésos que hacía grupo pero apenas tenía minutos, se encontraba en la cancha. Pablo se hizo con el balón bajo su aro y, sin pensárselo dos veces, lanzó el balón hacia el otro aro. La explosión de júbilo fue inenarrable.
¡Cómo me alegré por ti, Pablo! Por cierto, ¿viste la canasta de Hunter?