En la reunión de ayer en Bruselas, la segunda de este tipo, las delegaciones de Serbia y Kosovo expusieron respectivamente sus planes: Belgrado propone una amplia autonomía mientras que Pristina insiste en lograr ya una independencia plena del territorio, poblado en un 90% por albaneses. Además, los albano-kosovares insistieron en acelerar el proceso negociador sin más dilaciones, mientras que los serbios rechazaron cualquier plazo -la «troika» presentará a la ONU un informe el 10 de diciembre- que limite sus posibilidades de negociación.

«La pretensión serbia de mantener la soberanía de Kosovo no es posible», declaró tras la reunión el presidente albano-kosovar, Fatmir Sejdiu, quien insistió en que el pueblo de ese territorio ha demostrado su voluntad de obtener la independencia.

En cambio, el ministro serbio de Exteriores, Vuk Jeremic, afirmó que «la independencia no podemos ni discutirla».

Pese a la aparente falta de acercamiento, el alto representante de la UE, Javier Solana, cree que Belgrado y Pristina iniciaron un debate «más sustancial» y que el proceso tiene «más compromiso».

«Hoy se ha visto muy bien que hay posibilidad de negociaciones», señaló el ministro serbio para Kosovo, Slobodan Samardzic.

El actual proceso de conversaciones concluirá el 10 de diciembre, cuando la «troika» presente su informe al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Los albano-kosovares han amenazado con declarar la independencia de forma unilateral el 11 de diciembre si no hay un acuerdo para entonces, y EEUU ha sugerido que podría reconocer esa declaración, como medio para presionar una solución y evitar que la discusión se estanque.

Sejdiu, en una comparecencia tras la reunión, se mostró prudente acerca de la posibilidad de una declaración unilateral, al limitarse a decir que la decisión será tomada «de acuerdo con los amigos de Kosovo», si bien no renunció a que después del 10 de diciembre «se aceleren los pasos hacia la independencia».

Más imperativo se mostró el primer ministro, Agim Çeku, quien afirmó que el pueblo kosovar «ya ha esperado demasiado» y, por tanto, «simplemente no es posible esperar más allá».

Jeremic recalcó que «no ayuda forzar a los serbios con un plazo límite», ya que ello «desincentiva a las partes a llegar a un compromiso». Señaló incluso que la desaparición de cualquier plazo límite podría «ayudar a solucionar el proceso», y se mostró convencido de que habrá un final «antes o después».