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Jon Odriozola Periodista

El día de la Hispanidad

Se me atribuye a mí -Zacarías de Vizcarra- la invención del vocablo que da título a este artículo.Fue Ramiro de Maeztu quien,en su libro maravilloso «Defensa de la Hispanidad», publicado en 1934, me endosa amistosamente ser el autor de la expresión de marras. El inolvidable cardenal Gomá, gran nacionalcatolicista, se refirió en términos parecidos al origen del vocablo. Pero no. Mi modestia me exige decir la verdad. Es probable que los romanos del siglo I después de Cristo emplearan la palabra hispanitas (hispanidad) para designar los giros hispánicos del latín de Quintiliano, en el mismo sentido que el propio Quintiliano usa la palabra patavinitas (paduanidad) al hablar del latín de Tito Livio.

Pegue hebra, dilecto lector: con fecha 4 de octubre de 1917, el gobierno argentino (donde yo me encontraba) declaró fiesta nacional el 12 de octubre. En el texto no se habla del Día de la Raza, pero, sin embargo, la prensa sí tituló «Himno a la Raza» el que compuso para el 12 de octubre el patriota español don Félix Ortiz y San Pelayo. A mí -Zacarías de Vizcarra, a no confundir con Julián Juderías, quien acuñara el término «leyenda negra» en lo que no fue sino evangelización y envidia anglosajona- no me satisfacía el nombre de Día de la Raza, pues que en la patria ha habi-do de todo. Había que encontrar otro nombre. Y no hallé otro mejor que el de Hispa- nidad.

El concepto de Hispanidad no incluye ninguna nota racial. Es un nombre de «familia» de naciones hermanas que constituyen una «unidad» superior a la sangre, al color y a la raza, de la misma manera que la Cristiandad expresa la unidad de la familia cristiana. Es una denominación que a todos honra y a nadie humilla. Fueron,pues, los argentinos quienes acuñaron el término Día de la Raza y nosotros, los españoles,lo de Hispanidad y tal y tal.

¿Y qué es la Hispanidad? Ante todo,una perduración en el mundo actual del espíritu de la Edad Media. El mundo moderno exterior a la Hispanidad es una estatua moldeada a dos manos por el Renacimiento y la Reforma. Toda la masa virgen todavía no caída en sus manos -porque España no tuvo Reforma y su Renacimiento fue sui generis- pulula, en cambio, llena de vitalidad. Los puritanos anglosajones fueron a América como huidos. Nosotros, los españoles, como enviados y conquistadores, con un par. Ellos fueron sin reserva espiritual de Edad Media; nosotros con derecho de pernada y sin hacer ascos a la indiada, o sea, mixturándonos. Hatuey, Tupac Amaru, Tupac Katari, Lautaro, Calfucurá o Colo Colo eran, como se sabe, maricones degenerados.

¿Qué, qué, repito, es la Hispanidad? Como dictara Chesterton, diré que la Hispanidad es «demasiado real para ser definida». O sea, como Euskal Herria (pero esto lo dice el demagogo Odriozola: ¡si supiera este lego que un compañero del Che Guevara en las quebradas de Bolivia se llamaba David Adriazola, con «a»!).

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