Las ONG y asociaciones que dedican sus esfuerzos a la práctica de la solidaridad suelen aprovechar los muchos «días internacionales» que se dan a lo largo del año para difundir las situaciones de discriminación y desigualdad que existen en el mundo y que intentan superar con su trabajo. Y en la obligada reflexión con que acompañan ese repaso anual, empiezan ya a prestar atención especial al tratamiento informativo que sus propios equipos de prensa y los medios informativos en general dan a esas situaciones y a los colectivos que las sufren.

Hoy, en ese especial calendario de «días internacionales», es la jornada dedicada a la lucha por la erradicación de la pobreza en el mundo. Y en casa, claro está. Se trata de una de esas luchas que son imprescindibles en el día a día, pero no parece de más que todos y cada una, en el ámbito en el que vivimos, trabajamos y nos relacionamos, dediquemos siquiera una jornada a estudiar nuestra posibilidad de aportación a esos esfuerzos.

Las ONG de Euskal Herria nos han dado, a quienes trabajamos en los medios informativos, algunas pautas a seguir: no incurrir en el sensacionalismo, presentar a todas las personas como seres humanos, dar voz a los protagonistas, resaltar las causas de la pobreza más que las consecuencias, evitar toda discriminación... Pero no hay pauta más eficaz que la que marca la buena voluntad o, por decirlo con palabras con un carácter menos maniqueo, la voluntad de no discriminar, de comunicar situaciones y no consignas, de aportar a la superación del problema y no al morbo que éste genera...

Frente al criterio de lo políticamente correcto -que por muy eficaz que pueda resultar en cuanto a la limpieza de elementos negativos en realidad resta a la información buenas dosis de humanidad-, diría que la pauta a seguir debiera ser precisamente la de aplicar sentido y sensibilidad a la labor informativa. Sentido común, para no aumentar el dolor de quienes sufren las situaciones de pobreza, discriminación, marginación... Y sensibilidad frente a la injusticia y para cerrar el paso a quienes se sirven de ella para engordar su currículum profesional.